Manuel Mirás: Un hombre que vive para los más necesitados

Jose Manuel Jamardo Castro
J. M. Jamardo RIBEIRA /LA VOZ

BARBANZA

Carmela Queijeiro

Lleva 40 años mitigando las penas de centenares de vecinos a través de la ayuda humanitaria

03 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay personas que tienen un corazón más grande que su pecho. Dedican parte de su vida a dar y a hacer agradable la de los demás. Es el caso de Manuel Mirás Fernández (Ribeira, 1952). Este jubilado de banca es uno de los engranajes principales de Cáritas Parroquial de Santa Uxía. Entró a formar parte de esta organización hace uno 40 años como secretario y continúa al pie del cañón.

Aunque nació en Santa Uxía, los primeros años de su vida los pasó en A Coruña debido al trabajo de su padre. Regresó a su ciudad natal donde reconoce que «fui muy feliz, tanto de niño como de adolescente». Los juegos en la calle con sus amigos, sus salidas a la playa o al campo, «unos recuerdos inolvidables» en una sociedad en la que se fue forjando su educación y su forma de ser.

La música y el deporte, especialmente el fútbol, fueron actividades que estuvieron muy presentes en su juventud. Comenzó a dar sus primeros acordes con la guitarra y fundó un grupo musical con unos amigos, Los Saltos, con el que actuaron ante el público, eso sí, «solo en dos ocasiones. Intentábamos parecernos a los conjuntos de la época, pero la ilusión se acabó en un año. Fue una experiencia maravillosa».

Los acordes fueron el puente que lo puso en contacto con la otra cara de la sociedad, la necesidad y el sufrimiento de la gente. Entró en la Acción Católica donde adquirió «unos valores que complementaban los recibidos en la familia y que básicamente profundizaban en la amistad y el respeto hacia los demás, trabajos en grupo y una ética cristiana basada en el amor al prójimo».

El fútbol fue otra de sus grandes pasiones y que «marcó unos años muy intensos en mi vida». Empezó a jugar en el equipo de la Acción Católica para pasar al Ribeira de juveniles con el que se proclamó campeón de liga. Debutó con solo 17 años en el primer equipo, en el campo de Frións: «Ese día me marcó para siempre en el aspecto deportivo». También recuerda con mucho cariño el título de liga conseguido en el campo del Laíño por el que fueron recibidos en la ciudad como «auténticos héroes». El fútbol sala fue su otro cobijo hasta los 45 años.

La familia, el trabajo y el deporte eran sus principales pilares, pero en 1980 llamó a su puerta la solidaridad. «Un compañero me dijo que el cura don Cesáreo Canaval quería hablar conmigo porque iba a refundar Cáritas. Ahí comenzó una nueva etapa de mi vida que me superó al principio. Era joven, con una familia, dos hijas y una profesión que me comía muchas horas, y asumía otra responsabilidad más».

Y desde entonces, han pasado cuarenta años. Manuel Mirás comenta que su actividad en Cáritas «ha sido providencial para sedimentar mi personalidad, mi existencia y mi manera de vivir. La ética y mi forma de ser y esa personalidad forjada en los años precedentes dieron un vuelco total a mi vida diaria».

Apoyo familiar

Este ribeirense echa la vista atrás con mucho cariño y destaca que su actividad en Cáritas fue en ocasiones dura pues su implicación era cada vez mayor. Pero esos momentos malos los superaba con el apoyo de «mi familia, y en especial de mi mujer, que siempre están ahí, animando y motivando mi vida».

El secretario de Cáritas afirma que el trabajo dedicado a la solidaridad desde «el amor y las convicciones es altamente provechoso para el crecimiento personal. La asunción de responsabilidades sociales, la empatía y el aprendizaje fue muy importante para mi».

Para Manuel Mirás, todo este trabajo altruista tiene su recompensa, aunque a veces el «cansancio y la impotencia te desbordan porque los recursos, tanto humanos como económicos, superan las necesidades que se presentan diariamente».

La pandemia del coronavirus también ha supuesto un incremento de trabajo en Cáritas Parroquial. Mirás Fernández comenta que pasaron de atender a 140 familias a más de 160.

El secretario de esta institución señala que tanto él como sus compañeros no se sienten héroes, sino todo lo contrario. «El mérito es de los que luchan por su dignidad, por su familia y por sus hijos, sin trabajo y sin recursos para subsistir dignamente, y a veces no tienen respuesta de esta sociedad de consumo».

El peor momento. La muerte de su padre. Una persona, para él, tierna, entrañable e íntegra.

Recuerdos. La primera vez que acompañó a su novia, hoy su mujer, a casa, y el nacimiento de sus hijas y sus nietos.

Una satisfacción. El debut con el Ribeira en Frións ante el Compostela.