«Se lle pasa algo á nena pola miña culpa, non sei que faría»

Ana Lorenzo Fernández
ana lorenzo RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

CARMELA QUEIJEIRO

El temor a poder contagiar a su familia llevó a Valentín Sobradelo a alquilar un piso y a vivir separado de su mujer y su hija

19 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La de Valentín Sobradelo es una de esas historias que encoge el corazón, no solo porque él esté todo los días luchando en primera línea de la batalla contra el coronavirus, sino porque esto ha provocado que se haya tenidos que separar de su familia por temor a contagiarla. Aunque echa mucho de menos a su mujer, lo que peor lleva es estar alejado de su pequeña Ariadna, por la que siente auténtica devoción. «Estamos sempre xuntos, o máximo tempo que pasei separado dela desde que naceu foron 24 horas. Non vexo o momento de volver a abrazala, pero agora non podo», reconoce emocionado.

Boirense de nacimiento, pero sonense de adopción, Valentín comenzó a trabajar hace 17 años en una ambulancia del 061 como técnico de emergencias sanitarias en la base de O Saltiño. Hubo temporadas buenas y otras no tanto; pero, como esta, ninguna. «Cando empezou todo o tema do coronavirus, os meus compañeiros e máis eu xa sabiamos que ía chegar aquí, así que comezamos a prepararnos. Sen embargo, había pouca información, era todo novo e andabamos perdidos. Ás veces ías recoller a un home por unha dor abdominal e resulta que logo tiña febre e tusía». Este miedo diario a haberse contagiado por atender a algún paciente atormentaba a Valentín que, al principio, decidió encerrarse en la habitación de su hija cada vez que llegaba de trabajar. «Non sabía si podía ter ou non o virus, e non quería expoñer á miña familia. Se lle pasaba algo á nena pola miña culpa, non sei que faría».

Confinamiento

La evolución de la pandemia y el aumento constante del peligro al que se enfrentaba todos los días le llevó a tomar una decisión más drástica: se alquiló un piso en Boiro y se fue de casa. Pasar el confinamiento solo está resultando un auténtico calvario, sobre todo por sus horarios laborales, puesto que trabaja un día y descansa tres, en los que la única compañía que tiene es la tele, y las videollamadas que hace con su familia, que siempre le saben a poco.

Las horas y los días se le hacen eternos y, por eso, reconoce que «traballar para min é o único momento de desconexión, e iso que vou nunha ambulancia con posibles contaxiados. Pero é cando non estou dándolle á cabeza». Las nuevas exigencias en materia de protección y seguridad que ha traído consigo la pandemia del coronavirus ha provocado que tanto Sobradelo como sus compañeros estén siempre extremando las precauciones, «porque un despiste pódemos custar moi caro. Somos oito persoas nunha base de 60 metros cadrados que nos imos turnando, pero se cae un caemos todos».

El boirense reconoce que están todos muy concienciados, porque tanto él como el resto del personal tienen familias y no quieren ponerlas en peligro. Por eso, confiesa que, cuando se dan el relevo, aunque ya hayan desinfectado y colocado todo correctamente, se vuelve a limpiar y a fregar porque quieren minimizar los riesgos.

Sufrimiento

Lo peor que lleva de su trabajo es ver sufrir a los enfermos que tiene que trasladar en la ambulancia. «Hai algúns que cando vas buscalos xa se despiden da familia como se non fosen a volver nunca máis», apunta Valentín, para luego confesar que muchas veces les coge cariño a ciertos enfermos y querría saber que todo les fue bien y se curaron.

En estos días de soledad piensa mucho en ellos y en cómo acabará todo esto, «porque atopar unha vacina é a única forma de escapar do virus. Imos telo no medio de nós ata que a fabriquen». Sabe que esa solución todavía va para largo, y mientras tanto se consuela esperando que en el mes de mayo se levante el confinamiento y por fin pueda volver a estar con su familia y felicitar como se merece a Ariadna, que hoy cumple 7 años.

«Falarei con ela e verei como sopra as velas desde aquí. O único de todo isto que me tranquiliza é ver que elas están ben».