Las granjas ahorran cuatro millones con el uso de purín como fertilizante

Xoán Ramón Alvite Alvite
Xoán Ramón Alvite MAZARICOS / LA VOZ

BARBANZA

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Es rápidamente absorbido por el suelo y evita el empleo masivo de abonos químicos

04 dic 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

La cabaña vacuna barbanzana produce cada año más de medio millón de metros cúbicos de purín. Un producto que, al contrario de lo que muchos pueden pensar, no es un residuo, sino un recurso de gran importancia para los ganaderos e incluso para el medio ambiente. Tanto es así que su valor como fertilizante llega a superar los cuatro millones de euros anuales. Dicho de otra manera, si las granjas no dispusiesen de los residuos que generan sus animales, tendrían que desembolsar esa alta suma de dinero para adquirir otros abonos químicos, sensiblemente más perjudiciales para el entorno.

«É un produto de alto valor ambiental, por canto permite ás explotacións practicar iso que agora se deu en chamar economía circular, facendo que todo o que dá a terra volva a ela despois de ser aproveitado para xerar riqueza», explica Juan Castro Insua, técnico del Centro de Investigacións Agrarias de Mabegondo (CIAM), que cifra en 300 euros por hectárea el ahorro que permite el abonado con purín en detrimento del que se realiza con otros complejos químicos.

La composición

Si bien, su capacidad fertilizante varía en función de su composición -la determina la cantidad de agua y, principalmente, la ración que ingieren los animales- todos los estudios confirman sus altos porcentajes de nitrógeno, fósforo y potasio, nutrientes esenciales para los cultivos de hierba y maíz, mayoritarios en la comarca. Así es que, un metro cúbico, como apuntan diferentes informes elaborados por el CIAM, tiene un valor medio de unos ocho euros.

Desde el punto de vista ambiental tiene una rápida absorción en el suelo y evita la aplicación masiva de abonos químicos nitrogenados, que son susceptibles de contaminar los acuíferos.

En este sentido, la comunidad puede presumir de ser la única región de Europa, de entre las diez principales productoras de leche, que no está incluida en el mapa de zonas vulnerables a la contaminación por nitratos.

Un centenar de explotaciones han incrementado sus fosas

La necesidad de aprovechar al máximo este fertilizante orgánico está llevando a las granjas a ampliar sus fosas o incluso a construir otras nuevas con el fin de albergar la mayor cantidad posible de purín. De hecho, durante los últimos años, más de un centenar de granjas, principalmente las más dimensionadas, han realizado mejoras en este sentido.

«O ideal sería que as granxas tivesen suficiente capacidade para gardar o purín entre os meses de outubro a marzo. Deste xeito poden aplicalo nos momentos de maior demanda nos cultivos de praderías e millo», explica Castro Insua, que recomienda que todas las fosas estén cubiertas para evitar que la lluvia aumente el volumen de producto y merme su calidad.

En Medio Rural estiman que la capacidad de gestión óptima de las fosas con techo y con dos vaciados anuales está en 24 metros cúbicos por animal. Esta cantidad también incluye el agua de la limpieza de las instalaciones.

Los agricultores esperan seguir exentos de tener que enterrar el estiércol

Aunque desde principios del año pasado está prohibido aplicar purín de forma aérea, mediante sistemas de plato o abanico, comunidades como Galicia o Asturias han establecido moratorias a esta normativa europea que han permitido a los agricultores librarse de la obligatoriedad de enterrar los estiércoles de sus vacas. Los profesionales barbanzano esperan que la situación se mantenga.

Se calcula que adquirir nueva maquinaria o adaptar la existente al nuevo método supondría desembolsos por granja superiores a los 50.000 euros, además de cambiar las técnicas agronómicas empleadas hasta el momento.

En cualquier caso, aunque se cambie ahora la normativa, lo cierto es que el purín y su uso agrario llevan años sometidos a numerosos controles. Galicia dispone desde hace dos décadas de un código de buenas prácticas agrarias que establece las condiciones de aplicación en tierras próximas a cauces de agua, en períodos de lluvias o en terrenos con pendiente. Además, las granjas más dimensionadas que realicen ampliaciones deben someterse a un informe de la Xunta.