Canción canaria

Jesús Cartelle. BUZÓN DEL LECTOR

BARBANZA

16 oct 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

C omenzar con sensacionalismos y populismos, más propios de telediarios de ciertas cadenas o del falabarato político, es un mal inicio. Tenga la completa seguridad, Ventoso Mariño, que su rabia la compartimos muchos. Pero, como la fuerza, la rabia sin control no sirve de nada. Está claro que desconoce la labor que desarrollan diariamente los servicios públicos y las entidades sociales. También parece claro que desconocía el caso del que habla, porque de no ser así, como ciudadano responsable que es, debería haber denunciado los hechos. En definitiva, concediéndole el beneficio de la duda, desconoce la realidad de la que habla. Y pese a este desconocimiento, arremete contra todo y contra todos.

Habla del servicio que dirijo, pero nunca nos ha honrado con su presencia. Tengo también la certeza de que sus comentarios no le han sentado bien a su familia, ni a las personas allegadas. ¡Todo un acierto, vamos! Habla de la drogadicción (concepto trasnochado), de sus garras (determinismo nada científico) y de una drogadicta (léase la etimología del término). Y cita a Miguel Lorente como psiquiatra. Él no lo es. Yo sí.

Entiendo lo que quiere decir. Lo leo entre líneas. Pero también leo entre líneas, llámele (de-) formación profesional, «mecanismos de identificación proyectiva», ya que su recreación tal vez dice mucho más de usted mismo que de esa otra persona. ¿Marginada? No quiero enarbolar banderas que no me corresponden, pero ningunear el trabajo de Mulleres en Acción (en todo caso señoras que no señoritas), Mujeres Progresistas, Servizos Sociais, el Centro de Información á Muller, Amas de Casa… hiere la más básica conciencia cívica y social.

Decir que las mujeres (que también hombres) que se ponen una camiseta violeta en señal de repulsa a la violencia de género van disfrazadas me parece, cuando menos, insultante. Cita a Hannah Arendt que, según dice, afirma que «la violencia y el terror somos todos nosotros». Esta filósofa judía también afirmaba que el nazi Adolf Eichmann, considerado uno de los grandes ejecutores de la Solución Final, no era un sociópata ni un perturbado mental, sino que realizaba su trabajo eficazmente cumpliendo órdenes de sus superiores y con el deseo de aumentar su poder e influencia dentro de un sistema criminal.

Uno tiene que tener cuidado con a quien cita, porque no vale todo, ¿verdad? Por último, comentarle que describir a alguien por su patología es una forma más de discriminación y de violentar el derecho a la intimidad. Se lo dice un hombre, padre e hipertenso. Jesús Cartelle. Jefe del Servicio de Drogodependencias de Ribeira