Condenado a más de dos años de prisión y a pagar casi 130.000 euros de indemnización el mariscador que reventó un ojo a la secretaria de la Cofradía de A Pobra

La Voz RIBEIRA

BARBANZA

PACO RODRÍGUEZ

También tendrá que pagar por los daños causados a los dos vigilantes a los que agredió en el mismo altercaco, y al pósito, que se vio obligado a contratar a otra persona durante la baja de la trabajadora, durante más de un año

21 sep 2019 . Actualizado a las 20:41 h.

«Como teña que pagar eses cartos, vanche saír do lombo». Con esta expresión se dirigió, el 15 de junio del 2016, el mariscador de A Pobra Sergio García Sobrido a un vigilante del pósito que le había denunciado por una actuación irregular. Aquella multa probablemente fuese una nimiedad comparada con los resultados de su airada y agresiva protesta de aquella tarde que no se quedó en la frase que incluso salió a relucir en el juicio, porque el hombre, acto seguido, la emprendió a golpes con el guarda al que se refería y contra un compañero de este, y en la refriega, uno de los puñetazos acertó en el ojo de la secretaria de la entidad, que «sufrió perforación ocular por estallido del globo ocular», según recoge el fallo.

A consecuencia de ello, Sergio García tendrá que indemnizar a la mujer con más de 105.000 euros, importe al que hay que sumar otros 22.382 euros de los gatos que supuso a la cofradía suplir la baja, 39 euros más a cada uno de los dos vigilantes, y la suma puede subir todavía más porque queda pendiente de dilucidar la responsabilidad civil de su acción.

Según atestigua la sentencia, que es recurrible, el fatídico día, Sergio García, molesto por un expediente sancionador que se le había notificado, llegó a la sede de la cofradía pobrense pidiendo hablar con el vigilante que le había denunciado. Fue atendido por la secretaria, y en ese momento entró el guarda que buscaba, al que se dirigió en tono amenazante. Cuando parecía que iba a marcharse, volvió sobre sus mismos pasos, atravesó el mostrador y entró en la zona reservada para los empleados, lanzando patadas y puñetazos contra el que lo había expedientado, que el vigilante consiguió esquivar.

La secretaria y el otro guarda se levantaron para separarlos. El compañero del vigilante consiguió llevar al mariscador hasta la puerta de la oficina, tratando de calmarlo. Creyendo que se había tranquilizado, lo soltó, y Sergio García volvió a entrar en la dependencia, dirigiendo nuevamente patadas y puñetazos al empleado del pósito que buscaba. Uno de los puñetazos le rozó el rostro y acabó impactando de lleno en el ojo en el ojo derecho de la secretaria, a la que fue a atender el otro vigilante, momento que aprovechó el agresor para pegarle una patada.

El guarda que estaba atendiendo a la agredida, viendo la gravedad de la herida, empezó a proferir gritos, por lo que Sergio se detuvo y señaló que no era nada, y abandonó la sede de la cofradía «sin interesarse por el estado que presentaba» la herida.

La secretaria de la cofradía de A Pobra necesitó 359 días para curarse, tiempo en el que no pudo desempeñar su trabajo. Además de la gravedad de la lesión ocular, le quedaron secuelas, como la pérdida de la visión en el ojo afectado. Asimismo, se le constató un trastorno depresivo y el perjuicio estético de tener un ojo atrófico, que la limitan en sus funciones. A los otros dos vigilantes les ocasionó lesiones leves, por las que tendrá indemnizar con 39 euros a cada uno.

En el juicio, el acusado reconoció la existencia del enfrentamiento, pero alegó que trató de defenderse de los golpes que intentaba propinarle el guarda, y que fue este quien golpeó en el ojo a la secretaria «versión que es contradicha por la lesionada y los restantes testigos que, de forma rotunda y convincente, han manifestado estar seguros de que fue el acusado quien golpeó en el ojo a la lesionada. La falta de credibilidad del testimonio del acusado se puso también de manifiesto cuando dijo que no vio que sangrase después de haber recibido el golpe cuando, tanto la perjudicada como el testigo manifestaron que, tan pronto como recibió el golpe, comenzó a sangrar y le salía un líquido del ojo», señala el fallo.

Otro de los argumentos que el acusado empleó en el juicio fue la existencia de enemistad manifiesta de los tres trabajadores de la cofradía con él, por haber realizado quejas anteriores, lo que desacreditó el tribunal, que hizo lo mismo con el argumento de que Sergio García no pudo realizar semejante agresión pues tiene una incapacidad reconocida que le impide cerrar el puño, circunstancia que desmintieron los tres integrantes de la plantilla del pósito, que atestiguaron que en la agresión utilizó los puños de ambas manos y, a mayores, que las utiliza para mariscar, porque usa el rastro, arte que obliga a emplear los dos extremidades superiores; además, en la vista no se presentó ningún informe médico que confirmase dicha limitación.

Las acusaciones pedían 124.100 euros en concepto de indemnización para la secretaria, por las lesiones y las secuelas; así como 24.298 por la lesiones temporales; 50.829 por las secuelas; 11.305 por perjuicio estético; y 19.500 por perjuicio moral. Además, atendiendo al informe forense que señalaba que en el futuro, la agredida podría tener que volver a ser intervenida para enuclear el globo ocular y la colocación de prótesis, la defensa pedía una indemnización a mayores de 1.560 euros, más los gastos médicos y otros futuros.

Finalmente, la pena se queda en dos años y seis meses de prisión, dos meses de multa con una cuota de 9 euros por cada uno de los delitos leves de lesiones, por la agresión a los vigilantes; 105.933,52 euros a la secretaria, más los intereses aumentados en dos puntos desde la fecha de la resolución, a cuya cantidad se sumará la responsabilidad civil que finalmente decida el tribunal. Además, Sergio García tendrá que hacerse cargo de las costas procesales, incluidas las de la acusación particular.