La psicóloga

Alicia Fernández LA CRIBA

BARBANZA

13 sep 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Sí, con la pe, que una, como ya peina canas, se niega a perder más de lo que las leyes físicas y biológicas imponen. Para rebajas ya tenemos a los «peinacocos» que nos desgobiernan. Pues hete aquí que me estoy haciendo una profesional en una rama que voy a denominar psicología de redes sociales.

Como lo de la tele, salvo honrosas excepciones, me atonta la neurona, me dedico alguna noche, mientras escucho música, a psicoanalizar a propios y extraños a través de sus publicaciones en las redes.

Porque hay muchas incautas e incautos, «asamantecas esféricos», que le hablan a su muro como hace años se hacía -sobre todo en países anglosajones y de Latinoamérica- con el psicólogo. Con una insignificante diferencia, antes la conversación era privada y estaba protegida por el código deontológico del profesional. Ahora lo haces a gayumbos y tangas quitadas. Con lo cual permites, en el mejor de los casos, que una curiosa -como servidora- se parta el esternón de la risa o, en el peor, que un depravado tenga más datos de ti que tu madre o tu padre; con lo cual, bien manejados, podría acercarse hasta tus mismas entrañas.

Miren lo que he perfeccionado esta disciplina que puedo anticipar o confirmar una separación o divorcio por las publicaciones de los interfectos, que se vuelven más activos en Facebook que en la cama: «Que bien me lo paso», «que buena madre/padre soy», dientes, indirectas que son directas, etcétera.

También es divertido catalogar por grupos: los que le hablan a sí mismos, los que les hablan a otros, los refractarios, los pontificadores, los Cervantes, los medusas, los ofendiditos,… ¡Prueben, les gustará!