Más de cien mil visitas registran cada año los grandes «tesoros» de la Diputación

J. cORRAL A CORUÑA / LA VOZ

BARBANZA

PACO RODRÍGUEZ

El monasterio de Caaveiro, Mariñán y el dolmen de Dombate despuntan como reclamos

04 jun 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Con la vista puesta ya en el verano y en las vacaciones, toca hacer planes. El turismo cultural está en alza y la provincia de A Coruña ofrece en este ámbito mil y una posibilidades. Solo el catálogo patrimonial de la Diputación oferta una docena larga de monumentos para perderse. Pazos, castillos, yacimientos arqueológicos, un teatro y hasta un monasterio enclavado en un paraíso natural mueven anualmente a decenas de miles de visitantes.

En cuestión de semanas, ampliarán horarios y redoblarán sus visitas guiadas para que coruñeses y turistas puedan descubrir fragmentos del pasado de Galicia desde la prehistoria. Localidades repartidas por toda la provincia disponen de monumentos que el organismo provincial se ha encargado de cuidar y mantener, y que ahora son grandes activos para el desarrollo turístico.

«La Diputación siempre ha creído que la rehabilitación y conservación de nuestro patrimonio es importante no solo para preservar nuestra historia para las próximas generaciones, sino como polo dinamizador del turismo y la economía en el territorio. Así lo prueba la recuperación y musealización de dos joyas etnográficas como Caaveiro y Dombate, que cada año visitan miles de personas de dentro y fuera de España», sostiene el presidente provincial, Valentín González Formoso.

El monasterio, ubicado en plenas Fragas do Eume, y el yacimiento megalítico, situado en Cabana de Bergantiños, junto al pazo medieval de Mariñán y sus jardines, declarado conjunto histórico-artístico y monumental desde el año 1972, reconstruido y ampliado tras su adquisición en los setenta, emergen como los monumentos más representativos y reconocidos de la Diputación. Entre los tres sumron nada menos que 100.474 visitantes el pasado año. Una barrera que según, anotan, se podrá superar en este ejercicio. Más de la mitad (56.163) fueron aportados por el cenobio de A Capela, seguido del señalado monumento funerario.

Pero hay muchos más. Como explican desde varios de los concellos que tienen suscritos convenios de colaboración para la gestión de los monumentos, algunos son auténticos iconos históricos de sus pueblos. Y muchos de ellos están incluidos además en el listado de Bienes de Interés Cultural de Galicia.

Un listado amplio

«No estamos en una situación en la que se disparan las cifras, pero sí que podemos decir que hay un incremento constante», señalan desde Torres do Allo. Este pazo de Zas, uno de los más antiguos de Galicia; el castillo de Vimianzo, epicentro de las revueltas Irmandiñas; las Torres de Altamira, en Brión, y el Eco museo de Forno do Forte (Malpica) destacan también como polos de atracción turística en sus municipios. Y algunos de ellos superan incluso en visitantes a Mariñán y Dombate.

Sin tener en cuenta los monumentos al aire libre y de acceso libre -los dólmenes de Axeitos (Ribeira) y Cabaleiros (Tordoia) y la fortaleza de Altamira- y el céntrico Teatro Colón coruñés, el conjunto de bienes de interés turístico, propiedad de la Diputación, se acerca a los 172.000 visitantes anuales.

El cenobio de las Fragas do Eume, convertido en emblema provincial

 «Un lugar mágico». El monasterio de Caaveiro, enclavado en pleno parque natural Fragas do Eume, se ha convertido en el monumento más visitado de Ferrolterra y, sin duda, en un emblema del patrimonio provincial. Pero, ¿qué lo hace especial?

Poco tiene que ver con los grandiosos monasterios cistercienses -está formado por pequeñas viviendas unidas en torno a un campanario-. Sin embargo, impone. «Es un enclave singular, construido sobre agujas de roca, y rodeado de cuatro montañas casi idénticas en dirección norte, sur, este y oeste. Esto significa que allí se da una relación arquitectura-naturaleza única», explica José Manuel Yáñez, jefe de la sección de arquitectura de Diputación y autor de la obra San Juan de Caaveiro: un monasterio entre la naturaleza. Añade, además, que «esa relación de la arquitectura del monasterio con el entorno, con dos ríos que lo abrazan, hacen que sea un sitio hechizante». Y la mitología le confiere «un halo de misterio».

«No se rehabilitó para que fuese un centro de interpretación o un hotel, fue simplemente para poder leer esa arquitectura. El propio espacio te cuenta su historia», explica Yáñez, tras describir que se optó por consolidar muros, poner cubiertas nuevas y pavimentar la subida desde donde concluye el vial que bordea el río Eume desde Ombre. Además, Yáñez invita a conocer las construcciones que rodean el cenobio (bodega, molino, camino medieval...) para imaginar cómo era la vida de los monjes, y relata que antes había «un paisaje similar al de Ribeira Sacra, con una amplísima zona de viñedo».