Ribeira: triste granero de Vox

José Vicente Domínguez
José Vicente Domínguez LATITUD 42°-34?, 8 N

BARBANZA

09 may 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Ribeira, nuestra Ribeira, la Muy Noble, Muy Leal y Humanitaria Ciudad de Ribeira, llena de personas de bien, honradas y laboriosas, se ha convertido en el granero comarcal de Vox.

A la vista de tal realidad, los sentimientos pueden ser diversos aunque de difícil comprensión para quienes creíamos superados aquellos años de Fuerza Nueva y de otros grupos nostálgicos del franquismo. Afortunadamente, las ya olvidadas tres falanges joseantonianas desaparecieron en el año 82, pasando con más pena que gloria y con menos votos en toda España que los entonces conseguidos en Euskadi por la detestable Herri Batasuna.

España, junto con Irlanda, Luxemburgo, Malta y Portugal, se estaba librando de la ultraderecha, a pesar de que las derechas compitiesen recientemente por ver quien vestía una terna más azul y más oscura. Y tal vez por ello, pareciéndoles a algunos que la derecha existente era una derechita cobarde, apareció Vox. Con ese sonoro nombre latino, que puede traducirse como «voz de hombre y de los animales», y que, por los resultados obtenidos, da la impresión de que tiene voz para quedarse.

Es cuando menos curioso que estos grupos de extrema derecha sean los que promulgan en Europa una defensa a ultranza de la cultura cristiana; pues por su comportamiento podríamos decir que adolecen del principio de caridad que rige en el cristianismo, de cuya práctica presumen. Sus patrióticos golpes de pecho los llevan a llenarse la boca con la palabra patria, la unidad de España o exhibir la bandera más grande.

Algunos partidos de los que emanan la mayoría de los votantes de estos grupos tal que Vox deberían hacérselo mirar. Deberían analizar el interior de sus entrañas democráticas y, con un buen cordón sanitario, evitar que la esencia de sus principios se contagie con la ponzoña de cualquier ultra, y en especial de la creciente ultraderecha.

Visto lo sucedido en las votaciones del pasado 28, en las que Vox arrastró a tantas personas de Ribeira con la promesa de una reconquista, deberíamos sumarnos todos a ese espíritu de don Pelayo y pedir que con su poder nos aparte de elementos misóginos; de amantes de la violencia que promueven el uso de armas; de aniquiladores de autonomías; de los carentes de caridad cristiana para con los migrantes que luchan por saciar su hambre y salvar sus vidas; de los supremacistas… ¡Qué bien estaría reconquistar todos esos valores democráticos y limpiarlos de la suciedad y lodazal en la que algunos dirigentes políticos retozan a gusto revolcándose!

Sería formidable que fuesen esos granos de verdadera democracia, los que llenasen el granero de la convivencia. Ojalá recapaciten esas personas honradas, caritativas y laboriosas que se dejaron arrastrar por el engañoso egoísmo ultraderechista de patria y bandera; ideas tan alejadas de aquellas gentes que hicieron que a Ribeira se le otorgase el título de Muy Noble, Muy Leal y Humanitaria Ciudad.