Columbine

Estevo Silva Piñeiro SOSPECHOSO HABITUAL

BARBANZA

15 abr 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

El próximo 20 de abril se cumplirán veinte años de la matanza del instituto Columbine. Lo recordamos como la primera vez en la que dos chavales, confundidos por la ambigüedad y el odio de una sociedad enferma, se ensañaron a tiros contra sus compañeros. Murieron solo 13 personas, y digo «solo» porque afortunadamente las bombas que habían preparado no llegaron a detonar. De lo contrario la masacre habría sido mucho más sangrienta. Dos décadas después da pavor comprobar cómo nos hemos acostumbrado a noticias como esta en una suerte de total involución emocional.

Una de las causas es esa segunda enmienda de la constitución norteamericana, escrita básicamente para los milicianos, y que ahora permite a cualquier desequilibrado mental comprar armas de fuego en cualquier tienducha mostrando únicamente su carné de identidad. Quizá la coyuntura de finales del XVIII, momento en el cual se redactó la Constitución, tal enmienda tuviese sentido, pero estoy seguro de que hoy provoca más muerte que vida.

¿Qué ocurre entonces? ¿Por qué no se deroga? Pues por lo de siempre, las empresas que fabrican armas; su influencia y su poder. En definitiva, el dinero… y un punto redneck importante.

Ahora un señor en nuestro país, alardeando del populismo más rancio, propone tener armas en casa: justo lo que necesitamos oiga, claro que sí. Vamos a darle una pistola a alguien que ya tiene la mano suelta, a ver qué ocurre. Y, ya de paso, Gibraltar español, y Ceuta y Melilla, también. Y un muro en la frontera, y que lo pague Marruecos. Y le van a votar, no se lo pierdan.

Suspiren. ¡Qué país!