El ángel de O Son que cambió la vida del malparado perro Bala

María Xosé Blanco Giráldez
M. X. Blanco RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

Carmela Queijeiro

Acogió en su casa, como había hecho en ocasiones anteriores, al can que apareció con un tiro en la cabeza

29 ene 2019 . Actualizado a las 20:49 h.

De un tiempo a esta parte proliferan en Barbanza los casos de maltrato animal o, por lo menos, salen a la luz en mayor medida. Por fortuna, esta lista negra es contrarrestada por otra repleta de nombres de personas dispuestas a ayudar a perros, gatos y ejemplares de otras especies víctimas de agresiones o de abandonos por parte de sus dueños. Y en esta relación brilla de forma especial Noelia Pouso, una joven de Porto do Son. Por su casa han pasado ya más de una docena de seres indefensos, a los que ha ayudado a empezar una nueva y feliz vida. El último inquilino de su vivienda de Aguieira es Bala.

Seguro que muchos todavía guardan en la retina la imagen de este perro, una hembra de drathar que apareció a finales de diciembre en el monte Enxa, con una grave herida en la cabeza, ocasionada supuestamente por un disparo realizado desde muy cerca. La protectora noiesa Arca se hizo cargo del animal en un primer momento y lo trasladó a una clínica veterinaria de Boiro, donde le llegaron a realizar tres intervenciones quirúrgicas.

El suceso tocó la fibra sensible de un buen número de personas, que no dudaron en realizar donativos para sufragar estos cuidados, e incluso pusieron su hogar a disposición de Arca para contribuir a la recuperación del animal. Entre estas almas caritativas estaba Noelia Pouso: «Souben do ocorrido a través da páxina de Facebook de Arca e, automaticamente, envieille unha mensaxe para que contaran comigo para o que fixera falla».

Del terror a la felicidad

Y, como había colaborado con la protectora en ocasiones anteriores, fue la elegida para dar cobijo a Bala. La recibió en su casa al día siguiente de que tuviera lugar la tercera operación: «Chegou aquí sendo unha cadela que estaba aterrada. Calquera ruído que escoitaba, mesmo ao mover unha bolsa ou ao acender unha luz, xa a asustaba». La sonense reconoce que aquellos primeros días fueron difíciles, pero poco a poco fue consiguiendo su objetivo: «Como teño varios amigos que teñen cans, pedinlles que me visitaran para que ela se fora socializando coa xente. Cos animais non tiña problema, pero achegarse ás persoas custáballe moito. Agora é a xefa da casa».

Noelia Pouso y sus tres perros consiguieron hacer de Bala un animal alegre y sociable, que saluda con un movimiento de rabo a todo aquel que se acerca a la que es temporalmente su casa. Pese al esfuerzo, la vecina de Porto do Son se siente más que recompensada: «Ver como era cando chegou a min e o feliz que está agora é un regalo, porque sei que axudei a cambiarlle a vida, a darlle un futuro mellor».

Ella sabe bien de lo que habla, ya que no es la primera vez que percibe en su cuerpo dicha sensación. Su vena solidaria afloró hace ya tiempo, cuando su padre encontró un perrito malherido en el monte: «Déranlle unha malleira e tiña a cadeira rota. Decidimos acollelo temporalmente, pero ao final quedou na casa de meu pai». Luego, un amigo encontró una camada de 11 cachorros en el monte y ella no dudó en acogerlos a todos: «Había que darlles o biberón cada tres horas e tiven que recorrer a achegados para que me axudaran, porque case cando rematábamos unha toma era hora de empezar coa seguinte».

Tristes despedidas

Posteriormente, llegó otro perro más a casa de Noelia Pouso, uno al que le habían destrozado la mandíbula de una patada: «Unha vez que dis que si xa non es capaz de negarte». Añade que el momento más duro en cada acogida es cuando llega la hora de la despedida: «Cústame moito separarme deles, pero sei que van para unha familia coa que estarán ben e síntome contenta por iso. Sempre, os primeiros días lévoo fatal».

Sabe que pronto le tocará decirle adiós a Bala, pues la perra se quedará en su casa hasta que se recupere del todo de unas graves heridas que le provocaron la pérdida de un ojo, pero después se irá con una familia adoptiva. Noelia Pouso seguirá, con toda seguridad, brindando su casa a otros animales maltratados: «Cando che gustan os animais e ves que podes axudarlles, non es capaz de negarte».

Después de ver de cerca el sufrimiento de varios animales, la sonense asegura que su opinión hacia los maltratadores no es publicable, pues sería palabras demasiado fuertes, pero les envía un mensaje: «Pídolles que pensen por un momento no sufrimento que lles van ocasionar aos animais e se seguen adiante é que non son persoas».