En sus dominios no se pone el sol

Sandra Becerra TÉCNICO DE LA CÁMARA DE COMERCIO DE SANTIAGO

BARBANZA

19 ene 2019 . Actualizado a las 20:11 h.

El dominio del mundo tecnológico se ha hecho patente en los últimos años. Es indiscutible que vivimos en una sociedad que avanza a un ritmo vertiginoso, donde la inmediatez, la eficacia y la comodidad han llegado para quedarse, y continuamente nos dejan claro cuáles son sus territorios y cómo se van haciendo con otros nuevos, al igual que aquellos grandes imperios de Felipe II en la España del siglo XVI donde las conquistas marcaban sus posesiones.

El comercio digital ha ido conquistando sectores, mercados y poblaciones, sus dominios han llegado a las poblaciones más pequeñas, más remotas e incluso a las más accesibles. En sus dominios no se pone el sol. Por eso, cuando nos encontramos con esos establecimientos físicos que todavía se mantienen vivos, esos de toda la vida, que han sobrevivido a los avatares de las últimas décadas, han vivido los momentos álgidos, pero también los más bajos y complicados, debemos hacer un hueco en nuestro tiempo y pararnos a pensar qué es lo que realmente los ha hecho subsistir, porque detrás de cada negocio hay una historia y una dedicación, pues sin esto no se entiende que todavía estén ahí, cual quijotes que luchan contra gigantes abriendo sus verjas cada mañana.

En cada uno de estos comercios podemos aprender una lección de vida, y de ilusiones. Muchos han pasado por varias generaciones que han ido aportando nuevas ideas, sus pequeños cambios, pero sin perder la esencia original que ha hecho de cada uno de estos negocios un referente, donde prima la cercanía, las relaciones humanas directas, donde más allá de un mostrador, un almacén o un escaparte, podemos encontrar personas, experiencia y asesoramiento experto. En estos lugares la compra va más allá de una mera transacción comercial y se convierte en una experiencia para comentar al llegar a casa, para compartir.

Desde luego que no pueden competir con el comercio digital, pero tampoco les interesa en demasía. Sus inquietudes van más allá de la fibra óptica, se acercan al cliente que traspasa sus puertas, se convierten en confidentes y asesores. Y es ahí donde una mirada y una sonrisa es más importante que la inmediatez de un solitario click. Sus dominios son escasos, pero pueden ver salir y ponerse el sol, pueden disfrutar de la brisa fresca, del calor humano, del sentirse valorados y de continuar levantando verjas cada día, con sus dificultades y sus alegrías. Pueden seguir sumando experiencias que contarnos con el paso del tiempo.

Sandra Becerra es técnica de la Cámara de Comercio de Santiago de Compostela