«Os nosos homes botan máis tempo na estrada que en diálise»

Marta Gómez Regenjo
Marta Gómez RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

Carmela Queijeiro

Mercedes Varela y Teresa García relatan la odisea que viven sus maridos porque no pueden ser tratados en el hospital de Barbanza

27 dic 2018 . Actualizado a las 16:08 h.

A sus 84 y 83 años, con múltiples problemas de salud y convertidos en personas dependientes, Valentín y Antonio viven tres días a la semana una odisea al desplazarse a Santiago para someterse a diálisis. Mientras ellos se encuentran en uno de esos viajes, sus mujeres, Mercedes Varela y Teresa García, ponen voz al drama.

El problema de partida es la falta de personal en el hospital comarcal de Barbanza, lo que provoca que solo haya turnos de diálisis mañana y tarde los lunes, miércoles y viernes. La oferta es claramente insuficiente, así que Valentín, Antonio y otros usuarios tienen que levantarse de madrugada para poner rumbo a Compostela para recibir el tratamiento. Previamente, se despiertan sus mujeres, que deben asearlos, vestirlos y darles de desayunar antes de que los recoja la ambulancia. Es el inicio de una larguísima jornada que no finaliza hasta pasadas las tres de la tarde: «Os nosos homes pasan máis tempo na estrada que en diálise tendo o hospital a dez minutos», afirman.

«Non loitamos só polos nosos maridos, é por todos, polos enfermos e polos que virán despois»

Aunque hablan de su caso particular, puntualizan: «Non loitamos só polos nosos maridos, é por todos, polos enfermos e polos que virán despois».

Turno cerrado

Lo que quieren es que se abra el turno de diálisis que está cerrado. Para ello es necesario que se contrate a cinco personas a media jornada, y no les cabe en la cabeza que no se haga: «Din que non teñen cartos para abrir o servizo outros tres días, pero para levarnos a Santiago en ambulancia a unha clínica privada si que os teñen. Isto non vai empeñar á Sanidade», se queja Mercedes. Teresa asiente: «Eu penso que aforraban cartos». Y así se evitaría el trastorno que supone para ellas y sus maridos cada desplazamiento a Compostela. «O meu marido, o da señora Teresa e os demais de por aquí téñense que levantar ás catro e cinco da mañá. Un home enfermo que acaba de operarse do corazón».

«Chegan desorientados de todo. Nin comen ás súas horas, nin toman as medicinas cando lles toca. Chegan á casa cheos de fame, pero hai días que apenas comen, veñen moi cansos», prosigue Teresa. Las dos han hecho lo posible para que se amplíe el servicio de diálisis en el hospital comarcal, sin éxito.

Antonio lleva desde julio en esta situación, y pese a que todos los meses ponen una reclamación, ha sido inútil: «Non che din que non, din que van facer o posible, pero seguimos igual». El mismo resultado han dado los intentos de Mercedes, que no se rinde: «Falei co director do hospital de aquí e co de Santiago e todo son boas palabras. Pero vou seguir loitando». De hecho, el día 28 habrá una concentración a las puertas del hospital.

Por su parte, Sanidade reconoce el problema y las dificultades que supone el desplazamiento para estos enfermos, por lo que se fija un plazo de 15 días para buscar una solución.