Maikon y Lara Lapa: El cuadrilátero como tradición familiar

Álvaro Sevilla Gómez
Álvaro Sevilla RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

CARMELA QUEIJEIRO

Padre e hija destacan en lucha. Él en artes marciales mixtas y ella, como subcampeona gallega de «grappling»

20 dic 2018 . Actualizado a las 09:46 h.

«Cando mudas tanto de residencia nunca es de ningún lugar. Ela deume estabilidade, fíxome querer estar nun sitio». El que habla es Maikon Lapa (Itabirinha, Brasil, 1990). Se refiere a su hija, Lara Lapa Figueira (Rianxo, 2010). No solo los une la sangre. Comparten pasión, la lucha. Sobre el cuadrilátero, ambos disfrutan de un deporte «moi duro, pero que fortalece», defiende él.

El camino de Maikon en esta disciplina arrancó en el 2014. El fútbol lo trajo a España, pero las raíces brasileñas lo llamaron al instante. Empezó practicando capoeira, hasta que dio el salto al jiu-jitsu: «Fun a clases a Santiago. Alí coñecín o MMA (artes marciales mixtas)». No tardó en lanzarse a combatir, decisión que lo ha llevado a luchar por todo el Viejo Continente.

Esa pasión que el carioca muestra por las artes marciales mixtas no pasó desapercibida para la pequeña de la casa: «Comezou en capoeira, e hai un mes apunteina a jiu-jitsu. Encántalle. Vén comigo martes e xoves, sobre unha hora». A sus 8 años, Lara quedó subcampeona gallega prebenjamín de grappling. «Leva dende os tres aniños facendo artes marciais. A verdade é que estaba moi ilusionada cando lle deron a medalla», confiesa Maikon, a quien se le cae la baba.

En un momento en que los cursos de defensa personal están a la orden del día, el brasileño reconoce que «para min é importante que saiba plantarlle cara a quen sexa, que teña unha base por se lle ocorre algo». A todo padre le gusta que sus hijos sigan su camino y en su caso no es diferente: «Agradaríame que seguise competindo, pero iso será unha decisión que deberá tomar cando sexa maior».

Largo camino

Hasta que conoció a Ana Rosa Figueira, la que es su mujer, y se instaló en Rianxo, Maikon Lapa vivió un largo camino: «Pasoume de todo. Dende vender nos semáforos a xogar nun filial do Benfica. Dos 13 anos aos 19 non me dei conta de todo o que me aconteceu. Foron tantas cousas que non me dou conta de vivilas».

Criado por sus abuelos en Brasil, confiesa que no conoció a su padre. Su madre estuvo en la cárcel por problemas de drogas: «Cando tivera unha filla ía coidala como ten que facelo un pai. Sentía esa falta de ter a alguén a quen querer». Su travesía hasta Europa comenzó en un pequeño pueblo de la región de Minas Gerais. Con 13 años fichó por el Atlético Paranaense y se mudó a la urbe. Afirma que el directivo que lo llamó le dio vivienda, pero todo se vino abajo pronto: «Comezou a beber, a pegarlle á muller e marchei».

Ahí arrancó un travesía hacia los suburbios de Brasil: «Acabei vendendo comida pola rúa. Andando con malas compañías, drogas, mafia... Tiña que escapar, e no 2005 marchei para Lisboa. Alí vivía miña nai». La relación no funcionó: «Fumaba crack, andaba sempre en problemas». En Portugal comenzó a jugar en un filial de Benfica. «Dábanme casa e comida», asegura. El deporte fue su escapatoria.

Las llamadas no tardaron en llegar y, en un partido, una persona que se identificó como agente FIFA le transmitió una buena noticia: «Un filial do Fabril queríame fichar. Dábannos 800 euros, casa e comida. Non o dubidei». Al llegar a España se encontró con la realidad. «Estafounos. O equipo era o Palmeira. Colleu os cartos e desapareceu», cuenta entre risas. A pesar del dolor, el tiempo ha cicatrizado esa herida.

El amor

Lapa malvivió durante unos meses, hasta que empezó a trabajar de camarero: «Tiña cartos, volvín ás malas influencias». Esa etapa la cerró cuando cumplió los 19 años. Fue en Rianxo donde conoció el amor: «Ana Rosa traballaba no bar do lado. Comezamos a vivir xuntos e tivemos a Lara».

Desde ese momento es otro. Preside la Asociación de Artes Marciales Mixtas de Rianxo y busca hacerse un nombre en el MMA. Como mentor tiene a Juliano Pereira, quien ha sido culpable de que tanto Maikon como Lara Lapa hayan convertido la lucha en una tradición familiar.