Manuel Franco: Un boirense en la élite del tenis internacional

Marta Gómez Regenjo
Marta Gómez RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

CEDIDA

Pese a su juventud, el barbanzano ya ha trabajado en torneos como Wimbledon, Roland Garros y el US Open

18 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Son una pieza clave en cualquier competición deportiva, pero pocas veces el público reconoce su labor. Suele decirse que cuanto más desapercibidos pasen, mejor, y son unos grandes desconocidos aunque lleguen a situarse en la élite de su deporte. A simple vista, cualquiera podría pensar que ser árbitro tiene muchas más desventajas que aspectos positivos, pero, aún así, hay personas que lo llevan dentro y acaban consagrando su vida a ello. Algunos lo hacen, además, con un éxito sobresaliente, como el boirense Manuel Franco, que con apenas 24 años se está abriendo un hueco en la élite del arbitraje del tenis internacional.

Hace dos años, se convirtió en el primer gallego en ejercer en el cuadro final de un grand slam, en Wimbledon, y fue solo el principio. Desde entonces ha ido ganando experiencia en torneos internacionales y sigue formándose sin pensar demasiado en lo que vendrá. «O meu cometido agora é esforzarme día a día para aprender e desenvolver o meu traballo da forma máis profesional posible. Sen esforzo non hai recompensa», sentencia. Tiene el título internacional, la chapa blanca. El siguiente paso es la de bronce, pero el escalón es alto y, por lo pronto, Manuel prefiere ser prudente y disfrutar de cada etapa, lo demás ya llegará: «No que me esforzo agora mesmo é en poder seguir gozando deste mundo, vivindo experiencias novas e continuar aprendendo día tras día ao carón dos meus compañeiros».

Sus referentes

Las alusiones a sus compañeros, con los que, al fin y al cabo, comparte mucho tiempo a lo largo del año de torneo en torneo, son constantes, también cuando se le pregunta por sus maestros: «Teño uns cantos referentes, pero sen dúbida o principal é a miña familia, que me leva apoiando todos estes anos, ensinándome e axudándome a gozar da miña paixón. Creo que non podo calcular a cantidade de madrugóns que se pegaron comigo para levarme e traerme do aeroporto ou da estación do tren. Tamén é moi importante a xente do club coa que comecei a practicar este deporte e os que me ensinaron as súas regras, sen esquecerme dos meus compañeiros do Comité Galego e Español de Árbitros, e tamén doutros países, cos que comparto tantas viaxes e semanas de traballo».

Y es que, aunque pueda parecer muy emocionante recorrer el mundo para trabajar en prestigiosos torneos, se trata de una profesión exigente y que lleva aparejadas muchas renuncias: «Este traballo esixe estar fóra da casa moitas semanas e, polo tanto, hai datas sinaladas e acontecementos importantes que nos perdemos». Añade que también es difícil compaginar el arbitraje con otras actividades profesionales, porque, aunque dedica al deporte todos sus esfuerzos, tiene otra vocación: «Ás veces boto de menos poder traballar como enfermeiro, foi a carreira que estudei e é moi gratificante e bonita».

Por casualidad

En cuanto al tenis, se inició en este deporte, primero, en su escuela en Cabo de Cruz y se enganchó, por lo que comenzó a entrenar y jugar en el club Punta Salera de A Pobra. De esa etapa recuerda especialmente a sus entrenadores «Virginia, Blas, Víctor e Suso, que me ensinaron e me ensinan tanto, dentro e fóra da pista». Lo del arbitraje llegó un poco por casualidad: «No noso club organizamos o Máster Provincial da Coruña en Nadal e foi aí onde comecei. Un ano non había xuíz de cadeira e preguntáronme se tiña ganas de subirme a ela. A experiencia gustoume moito e a partir de aí comecei a arbitrar os torneos do noso club e a interesarme cada vez máis por este traballo».

Explica que fue en el 2013 cuando aprobó el curso de árbitro nacional de tenis y empezó a dirigir torneos en Galicia y a trabajar como juez de línea en alguna competición en otros lugares de España: «Pouco a pouco, e grazas á experiencia que ía gañando, puiden estar en máis torneos nacionais e en algún internacional, e comecei a sentir que a miña afección era cada vez máis profesional». Y luego llegó Wimbledon: «Chegar alí foi unha experiencia xigantesca, formar parte dun torneo dese nivel é algo incrible. Ademais, poder traballar a carón de grandes profesionais da arbitraxe ao máis alto nivel é un luxo».

Este año estuvo por primera vez trabajando en Roland Garros y en el US Open. Y a este ritmo le queda mucha arena que pisar.

El inicio. Su carrera profesional como tal comenzó en el 2013, cuando obtuvo el título nacional.

Año clave. El 2016 marcó un punto de inflexión. En esa temporada obtuvo la chapa blanca internacional y fue elegido como el profesional más destacado del año por parte del Comité Español de Árbitros.