Según cuenta nuestra protagonista, lejos de lo que podría presuponerse, los japoneses son cada vez más reacios a cruzar sus fronteras. El exterior se ve como una amenaza y tanto el mundo de la empresa y como las instituciones quieren superar esta barrera porque hay mucho dinero en juego.
«Con la globalización hay que salir. El gobierno ofrece ayudas para viajar gratis, para que la gente aprenda de otros países. España se conoce bastante, pero se confunde con Francia e Inglaterra», comenta. Con su mediación no solo se trata de derribar muros físicos. Eriko también aprende y enseña las costumbres de cada país y por eso sabe que, fuera de Japón, las distancias son más cortas. Si hay que saludar con la mano o con un par de besos, al estilo europeo, saluda. «Soy una japonesa atípica». Y tanto.