Un 40 % de las viviendas de la zona están vacías buena parte del año

Ana Gerpe Varela
A. Gerpe RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

MARCOS CREO

Barbanza cuenta con 70.048 residencias, de las que unas 26.850 son estacionales

04 nov 2018 . Actualizado a las 20:22 h.

El bum económico de principios de siglo llenó la comarca de grúas y disparó la construcción de inmuebles, principalmente de apartamentos y bloques en primera línea de playa o, como mínimo, con vistas a las rías de Arousa y Muros-Noia. Hasta el estallido de la crisis, las viviendas se vendían sobre plano. La elevada demanda favoreció la aparición de numerosos promotores, incluso entre quienes nunca se habían dedicado al mercado inmobiliario. La recesión del 2008 provocó un brusco frenazo, aunque muchas edificaciones en obra acabaron completándose. Sin embargo, las compras cayeron en picado. El resultado es un exceso de oferta y sobre un 40 % de viviendas totalmente vacías o sin ocupar durante buena parte del año.

Alrededor de un 22 % de los inmuebles están desocupados y en otro 17 % solo hay inquilinos durante un par de meses, bien porque sus propietarios acuden a disfrutar de las vacaciones o porque se alquilan en período estival. En muchas localidades costeras es frecuente ver urbanizaciones sin actividad.

El informe sobre infraestructuras locales de la Diputación de A Coruña cifra en 70.048 el número de viviendas de la comarca, de las que unas 26.850 son estacionales. El estudio indica que, de estas, unas 15.000 están vacías.

Diferencias por municipios

Los municipios costeros sufren de manera especial las consecuencias de una planificación constructiva pensada en los veraneantes y en un mercado que, durante el período de bonanza, reportó grandes beneficios.

El documento provincial estima que el porcentaje de viviendas estacionales de Carnota ronda el 52 %, en Porto do Son llega al 47 %, y en el caso de Ribeira es de un 42 %. El análisis pormenorizado de los datos no arroja sorpresas si se conoce cuáles son, tradicionalmente, las localidades barbanzanas con mayor tirón a la hora de captar veraneantes.

Un ejemplo es Aguiño, con un total de 1.844 pisos, de los que 427 están desocupados y 342 son secundarios. El panorama es similar en Corrubedo y extensible a otros núcleos, como el muradano de Louro, en el que de los 1.071 inmuebles, 429 figuran como vacíos de manera constante o durante la mayoría del año.

Tampoco se libran zonas de Boiro como A Pesqueira, con 357 viviendas sin inquilinos; Escarabote, donde la cifra se eleva a 384; o A Pobra, con cerca de 1.200. El panorama es diametralmente opuesto en municipios como Mazaricos, donde de los 1.658 pisos computados, solo 172 figuran como vacíos. El porcentaje es ligeramente superior en Lousame, con 297.

La existencia de una cantidad tan elevada de residencias sin ocupar tiene diversos efectos negativos. Uno de los más importantes es el gran deterioro que experimentan los inmuebles. El arquitecto Carlos Fernández Coto explica que «una vivienda habitada tiene una labor permanente de mantenimiento y conservación. Se ventila, se vigila y, por ejemplo, se engrasan las tuberías por el paso del agua o se mantiene una temperatura mejor porque se enciende la calefacción. Una casa necesita uso».

Además, en las fachadas de varios de estos inmuebles que están sin ocupar se observan fisuras y, en algunos casos, hasta se registran problemas que afectan a los colindantes, lo que obliga a intervenir a las Administraciones. En el caso de las que llevan muchos años deshabitadas, el deterioro es creciente.