En la peatonal, de noche...

Emilio Sanmamed
Emilio Sanmamed LIJA Y TERCIOPELO

BARBANZA

25 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

En la peatonal, de noche, hay una violinista que toca el Nearer, my god to thee, esa es la última canción que los supervivientes del Titanic oyeron tocar a los músicos mientras este se hundía. Yo la escucho mientras termino mi trabajo y, siempre que puedo, le doy alguna moneda. Nunca se lo he dicho en persona porque soy un cobarde, pero creo que cada día toca un poco más triste. Ella. O su violín. No lo sé. En la peatonal, de noche, quizás todos nos hundimos.

En la peatonal, de noche, se mezcla el peligro y la libertad del yonqui, pasean los que no tienen sueño, los que tienen sueños, los artistas, los asesinos, Diego el Vasco en bicicleta. En la peatonal, de noche, nos conocemos, vamos tirando, nos saludamos, nos perdonamos los vicios. No nos pedimos cuentas y caminan como monarcas los que por el día son rechazados: los borrachos, los tullidos del alma, en cada mano una navaja para que no corra ni el aire, los perros, los locos; la peatonal, de noche, es un país civilizado. Un bolsillo del revés. Cien años de sobriedad.

En la peatonal, de noche, puedes sentir respirando al animal que vive dentro de ella: su sistema nervioso, su cabeza, sus piernas. Bestia dormida que no puede permitirse ser vencida por la tristeza, una tristeza de hormigón que se evapora por sus callejones y entra por las ventanas que siempre dejamos abiertas, como heridas que nunca saben cerrar. En la peatonal, de noche, las decisiones nos toman a nosotros, la violinista te hace llorar si ella llora y hay un farmacéutico que vende prospectos mientras sueña que vende sonetos.