La Magia se escondía en Barraña

Álvaro Sevilla Gómez
Álvaro Sevilla RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

MARCOS CREO

Tras un breve bache, el futbolista de Monte Alto ha recuperado la ilusión y la pasión por disfrutar del fútbol sobre el césped

20 oct 2018 . Actualizado a las 18:08 h.

Óscar Martínez (A Coruña, 1989) se lo planteó. ¿Ha llegado el momento de colgar las botas? Después de formarse en la cantera del Deportivo, tras nueve temporadas en Tercera División y otra en Segunda B, aquel crío que se enamoró del balón en las calles del barrio coruñés de Monte Alto creyó que quizás era el momento de decir adiós. Tras una temporada tormentosa en As Pontes, con problemas de pagos, fichó por el Montañeros de Primera Autonómica. Muchos pensaron que estaba acabado, que jamás volvería a ser el mismo.

No lo creyó así Changui. Se había enfrentado a él en un sinfín de ocasiones. Jamás habían compartido vestuario, pero conocía su talento, su habilidad para interpretar un deporte que, cada vez más, corre sobre unos raíles de los que solo algunos osados se salen. «Los que somos diferentes tenemos que salirnos de la partitura, hacer cosas que la defensa no espere», afirma La Magia entre risas. Reclutarlo para el proyecto del Boiro era prioritario. Existía un hándicap: era el único que debía viajar a Vista Alegre desde A Coruña: «No me importó, tenía ganas de volver a Tercera. La filosofía del club y la mía encajaban perfectamente. Había jugado en Barraña y sabía que en Boiro se respiraba fútbol».

Fue como un frugal romance de verano. En solo cuatro meses de relación, Óscar ha recuperado la pasión, las ganas de volver a disfrutar con un balón: «La primera vez que jugué en Barraña, con el campo lleno, sentí que me volvían a volar las mariposas del fútbol». Las suyas son más que palabras. Lo está demostrando cada 15 días sobre el césped. Dinámico, activo, valiente. No se esconde. Su último truco de magia lo dejó contra el Céltiga. Recibió en tres cuartos de campo, buscó la pared con Ángel y, tras volver a recibir el balón, cuando el 99 % de los jugadores decidirían pegarle a la red, cedió con un sutil cabezazo a Changui.

Entre los coches

«Aprendí a jugar en la calle con mi hermano Adrián. Tenías que saber aprovechar los baches, jugar con la pared, con las tuberías. Era otra percepción», confiesa entre risas. «Ese fútbol se está perdiendo y con ello el espectáculo. Incluso en Segunda División. Hay ocasiones en las que ves un partido y se duermen hasta los espectadores».

Óscar La Magia Confiesa ser un romántico del deporte rey: «A los que nos gusta esto, el fútbol nunca nos abandona. Hay amigos que se marchan para trabajar a otros lugares, novias que vienen y van, pero lo que siempre queda es el fútbol». Fue tras el partido contra el Ourense que volvió a sentirse como aquel niño que jugaba en Monte Alto: «Hubo una paellada y nos quedamos al terminar el partido para tomamos unas cervezas».

Cuando se hizo de noche se separó del grupo y fue hasta el centro del campo, miró a su alrededor y puso sus ojos en el cielo: «Estaba emocionado, vi las estrellas y me pregunté qué estaba haciendo en Primera Autonómica y no disfrutando de momentos como ese. Aunque tenga que bajar desde A Coruña, sé que Ander y Paco me estarán esperando en Santiago para ir a Vista Alegre y disfrutar entrenando. Es algo impagable».

Justicia poética

¿Crees que el fútbol fue justo contigo? «Con 18 años pude irme a la Primera División de Finlandia o fichar por algún filial. Si hubiera tenido tres o cuatro años en Segunda B, quizás habría llegado a Segunda, pero siempre sentí esto como un juego, no como un trabajo. Estoy muy contento con todo lo que hice, con la gente que he conocido».

Ahora solo piensa en lograr la salvación. «El arranque ha sido bueno, pero somos el equipo con menor potencial económico de la liga. Muchos estábamos el año pasado en Primera Autonómica y no podemos despistarnos. Hay que ser humildes y seguir respondiendo como hasta ahora».

Después de una vida sobre los terrenos de juego de Tercera, Óscar Martínez ha recuperado la sonrisa en Boiro. Que es feliz se le nota: «Daré el 100 % para conseguir nuestro objetivo. Quiero responder al club, al resto de la plantilla y a la afición». La Magia, aunque ni el mismo lo supiera, se escondía en Barraña.