Un pulmón verde en pleno corazón de la localidad noiesa

Marta Gómez Regenjo
Marta Gómez NOIA / LA VOZ

BARBANZA

MARCOS CREO

Un espacio que antaño estaba lleno de bullicio es hoy una zona tranquila en la que muchos vecinos buscan refugio

14 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

En pleno centro de la localidad, a tiro de piedra del casco histórico y a orillas de la carretera comarcal que atraviesa la villa rumbo a Muros se encuentra el Campo da Feira de Noia, un espacio que históricamente concentraba la actividad comercial porque en él se celebraban, como su nombre indica, las concurridas ferias y que hoy se ha transformado en un pequeño pulmón verde que sirve de refugio para quienes buscan un poco de tranquilidad.

A pesar de la proximidad de la carretera comarcal y del incesante tráfico, incluso en un jueves de mercado, uno puede pasear tranquilamente a la sombra de sus árboles y sentarse en uno de sus bancos. Lo que es más complicado es encontrar un asiento en el que no esté presente la huella del espray. No en vano, las pintadas son el elemento discordante en un espacio verde que, en líneas generales, se encuentra bien conservado.

No se entendería lo contrario teniendo en cuenta que cualquier responsable municipal se da de bruces con el Campo da Feira al abandonar la Alameda. Los jardines están cuidados, las papeleras están en pie y cumplen su función y, salvo algún que otro envoltorio tirado en el suelo, el espacio está limpio. Incluso el aparcamiento construido justo al lado, en la calle Xuíz Falcone, armoniza razonablemente bien con el entorno. Pero aún así hay algunos aspectos a los que convendría prestar más atención.

El más evidente es el de las pintadas, que se propagan por el mobiliario urbano, incluyendo las cajas metálicas de la instalación eléctrica, alguna farola y hasta la caseta que da cobijo a los taxistas. No queda prácticamente ningún banco sin garabatear, y tampoco se libra de los dibujos la fuente que hay en la zona central del parque.

Infraestructura abandonada

Bien es cierto que las pintadas no son lo peor de la fuente, un espacio discordante con el resto del entorno porque sí está dejado de la mano de dios, sin agua y lleno de hojarasca y suciedad, además de las consabidas marcas del espray.

Menos evidente, aunque existe, es el deterioro del murete que separa el Campo da Feira de la carretera comarcal. Es antiguo, y con el paso de años algunas de sus piedras se han ido desprendiendo sin que se hayan repuesto, y tampoco le vendría mal una limpieza porque en algunos tramos lo invade la vegetación.

De hecho, su estado contrasta vivamente con el muro que hay justo enfrente. Al otro lado de la carretera comarcal, el cierre que delimita la Alameda noiesa luce sin musgo y con las piezas de forja restauradas y pintadas después de una actuación relativamente reciente. En contraposición, el forjado del Campo da Feira está descolorido, sucio e invadido por el óxido.

Desde hace 18 años, Loli Caderno pertenece a la Asociación Galega de Lupus y, desde hace cinco es la delegada de la entidad en el área de Santiago. Explica que la entidad «proporciona apoyo a los afectados, hacemos acompañamientos y también ofrecemos sesiones de psicología y fisioterapia». Comenta que uno de los objetivos de la entidad «es la elaboración de un censo de afectados, tanto a nivel gallego como nacional. Realmente no sabemos cuántos hay. A medida que realizamos actividades nos encontramos con más personas».

Loli Cardeno subraya la importancia de asociaciones como de la que forma parte para dar visibilidad a las enfermedades: «Si estamos callados nadie nos hará caso. Si se nos escucha puede que alguien lo haga». Subraya la importancia de invertir en importancia de la investigación y de que se destinen los recursos necesarios para ello.