A mi hijo

Emilio Sanmamed
Emilio Sanmamed LIJA Y TERCIOPELO

BARBANZA

11 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Aún no sabes hablar, aún serás un proyecto, aún tus babas empaparán nuestro corazón con alguna sílaba que nos haga volar: pa, ma. Y yo sentiré tu carne junto a la mía; trémula, ardiente, rosada, eterna y tierna como los bocadillos que mi abuela Oliva me preparaba para entender a Son Goku y, por ende, a la vida.

Y, aunque tu madre no me deje, pequeño Aquiles, yo te llamaré Aquiles, y entre tu traviesa sonrisa desdentada algún día me preguntarás: «¿Papá, qué es querer?». Tendrás dos o tres años, y yo me tomaré tan en serio la pregunta que frunciré mucho el ceño, como si fuese suficientemente listo para contestarte: -Aquiles, hijo mío, querer es lo mejor del mundo. Es lo que yo hago con tu madre. Y con el Real Madrid, aunque algunas veces me dé disgustos; se quiere a la gente que lleva una alforja en el pecho cargada de cosas buenas y un perfume de plata columpiándose entre las pestañas que solo olemos nosotros. Un aroma místico, indescriptible, que nos hace amarlos y que hace que no nos importe compartir con ellos la misma toalla del lavabo. Querer, Aquiles, es preocuparse por otra persona, desearle lo mejor y disfrutar del tiempo a su lado. Como yo hago con tu tía María o con tu abuela Chefa. Y, sobre todo, es asegurarse de que sepan que tú vas a estar ahí cuando te necesiten.

Mi buen Aquiles (que no se llamará así) me ha preguntado: «¿Papá, qué es querer?». Luego, tras mi respuesta, quizá me conteste: «Pues entonces… te quiero mucho, papá». Y no sé qué sentiré, porque pocas veces sabe alguien que vive el momento más feliz de su vida mientras lo vive.