La noche de San Juan

juan ordóñez buela DESDE FUERA

BARBANZA

23 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La verdad es que esta mañana de junio había previsto aprovechar este espacio que me brinda La Voz de Galicia para comentarles algo acerca de cierta lección de democracia que pude presenciar hace unos días, pero teniendo en cuenta el subidón que han experimentado las temperaturas que estamos padeciendo y la predestinada coincidencia del calendario de este fin de semana con la noche del fuego, dejaremos para otro día la ejemplaridad política. Al fin y al cabo, incluso los padres de la patria descansan de su intensísima actividad en aras del bien común durante lo sábados, festivos y nadie sabe cuántas jornadas más. La noche de San Juan, de San Juan Bautista, por supuesto aquel, el que llamado fuera El Precursor porque anduvo las tierras palestinas preparando el camino al Mesías pese a que su voz clamase en el desierto, tiene un algo de mágica, un algo de santo y paradójico aquelarre, de mistérico hado indefinido.

La tradición, ese concepto tan denostado en los últimos tiempos por los progresistas más soberbios y mentecatos, ordena con el imperio de una voz sin sonido pero escuchada desde la más escondida y lejana genética, que en una noche como la de hoy se enciendan hogueras, que corra el vino y que las personas disfruten comiendo las imprescindibles sardinas asadas y el churrasco que siempre las acompaña, que bailen las muchachas y los muchachos, y que los más intrépidos salten sobre las brasas. Los mozalbetes siempre cumplieron con esta tradición para encandilar a sus pretendientas, demostrando una valentía fruto purísimo de su adolescente inconsciencia la víspera de la noche de San Juan.

En definitiva, quiero aprovechar la ocasión para desear a todos los lectores, de todo corazón, y principalmente a las Juanas y a los Juanes, que disfruten de una feliz y mágica noche, así como de la jornada posterior de su santo, la del 24.