Historias dorneiras

Emilio Sanmamed
Emilio Sanmamed LIJA Y TERCIOPELO

BARBANZA

24 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Ramona Bello me envió una imagen de mi abuelo Emilio sonriendo, una que yo nunca había visto. Mi novia usó una de esas apps para superponer esa foto con una mía, dice que nos parecemos, aunque yo no lo veo. No lo conocí, pero tengo días etéreos en que sé que lo conozco. Es extraño de explicar.

 Mi abuelo Emilio murió en 1983 y al poco tiempo nací yo. Creo que nos cruzamos por la autopista. En la intersección de caminos de la vida y la muerte, donde el tiempo no funciona como aquí, teníamos todas las edades y la misma. «Así que tú eres el que llevará mi nombre, ¿eh?». «Sí, pero no lo llevaré tan dignamente, abuelo, soy un poco calamidad». Creo que le restó importancia a la dignidad, me contó algo importante de las buenas personas, que no le gustaba la carrera de Farmacia, que él era más bien de letras…

A mi abuelo, la Cofradía da Dorna le concedió la Poutada de Ouro por ser uno de los fundadores de la fiesta. Él no pudo recibirla y la Poutada se quedó años olvidada entre las preseas de mi abuela Ramona (recientemente fallecida). Mi tía Elena la recuperó, me la dio y me dijo: «Él querría que la tuvieras tú», como si supiese de nuestro encuentro furtivo en el limbo.

Un día partiré, llevaré conmigo esta Poutada, las huellas de mi vida serán cubiertas por arena e iré al encuentro de mi abuelo para darle su merecido premio. Pero los senderos de la ausencia están llenos de círculos y, a lo mejor, me cruzo a otro Emilio Sanmamed, un Emilio nieto que viene a nacer: al que darle la Poutada, decirle que soy de letras y algo importante sobre las buenas personas.