La mitad de los ambulantes abandonan el mercadillo de Boiro por su ubicación

Ana Lorenzo Fernández
ana lorenzo RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

DANI GESTOSO

Los comerciantes han dejado de acudir a la feria de los martes porque las ventas han caído en picado

18 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El traslado del mercadillo de Boiro de la avenida de la Constitución a la calle Avellaneda no estuvo exento de críticas por parte de los vendedores, que no querían apartarse del centro. Lejos de mejorar, la situación ha ido a peor y este 2018 está siendo el más malo que se recuerda, ya que más de la mitad de los ambulantes no acuden a su cita semanal en la localidad boirense porque los vecinos no se acercan a comprar y las ventas han caído en picado.

«Nadie viene hasta aquí, porque no hay ni un solo servicio. Si te cae un chaparrón, no hay donde resguardarse, no tienes donde tomar un café y, si necesitas ir al aseo, hay unos baños portátiles en los que da miedo entrar», explicaba ayer una comerciante. Margarita González, presidenta de los ambulantes de Galicia, reconocía que «la ubicación es fundamental, el mercadillo tiene que estar en el centro y al lado de la plaza de abastos, que es la que tira de las compras».

El regidor, Juan José Dieste, desconocía estas quejas y apuntó que ve difícil trasladar el mercadillo, y menos a la peatonal.

«Antes era uno de los más importantes, pero ahora se ha convertido en el peor de la comarca»

Lourdes Ozores y su hermana recorren hasta ocho mercadillos de la ría de Arousa y lo tiene claro a la hora de hablar sobre el declive que ha experimentado el de Boiro: «Antes era uno de los más importantes, pero ahora se ha convertido en el peor de la comarca». La comerciante constata que más de la mitad de sus compañeros han decidido dejar de acudir a la cita de los martes en la localidad, «aunque algunos pagan todo el año y solo vienen en verano, porque en esta época todavía se vende algo, pero en invierno nada de nada. Yo si llueve ya no voy, vine hoy [por ayer] porque hacía buen tiempo».

Ozores culpa de toda esta situación al cambio de ubicación del mercadillo, ya que considera que está demasiado alejado de la zona centro. «Nadie va a venir hasta aquí para comprar varios kilos de fruta, porque luego tiene que cargar con ellos. Puede ir perfectamente al súper a comprarlos, que le queda al lado», apunta. De hecho, recuerda que antes solía haber hasta una docena de puestos de alimentos frescos y que ahora apenas sobreviven uno o dos.

«Aún quedamos algunos de los que tenemos ropa, pero la situación está muy mal, muy mal. Hemos querido reunirnos con el alcalde y no nos ha recibido, y eso que lo hemos solicitado en varias ocasiones», enfatiza Lourdes Ozores, que también critica que el coste por poner un puesto en Boiro es de los más elevados.