En busca de una segunda oportunidad

María Xosé Blanco Giráldez
m. x. blanco RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

blanco

Los talleres de carpintería y pintura o las clases en materia de competencias clave sirven a los usuarios del servicio para tratar de integrarse de nuevo en la sociedad

16 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando una persona cae en un oscuro pozo como es el de las drogas, salir a flote se presenta un reto complicado. Con el fin de ayudar a aquellos que están decididos a emprender una nueva vida, hace 25 años entraba en funcionamiento en Ribeira, de la mano del Ayuntamiento, la Unidad de Asistencia a Drogodependientes (UAD). Entre los servicios que este centro situado en la zona de Coroso pone a disposición de sus usuarios se encuentra la unidad de día, un espacio de carácter formativo, que permite también adquirir experiencia en el ámbito laboral. Carpintería, pintura y clases en materia de competencias clave son tres de los pilares de este programa.

José Manuel Dorca es uno de los usuarios del taller de carpintería: «Hacemos trabajos de restauración y reparamos barcos del percebe de Castiñeiras, incluso vamos a buscar muebles viejos a las casas y los reparamos en el centro», explica. Aunque a veces puede pasar desapercibida, la labor que se lleva a cabo en este servicio es palpable en muchos rincones del municipio ribeirense: «Colaboramos con diversos departamentos del Concello en tareas como la colocación de paneles en el auditorio para las exposiciones, los decorados para obras de teatro, o la realización de trabajos de reparación y mantenimiento de colegios de la zona».

La dorna Patiño que se encuentra en la rotonda de Xarás fue recuperada también en la unidad de día de la UAD, cuyos usuarios montan cada Navidad los belenes de Santa Uxía y Aguiño, preparan los expositores de la Feira da Educación y se encargan de mantener en perfecto estado las jardineras y otros elementos del mobiliario urbano. Incluso contribuyeron al resurgir que experimentó la Semana Santa en su última edición: «Restauramos dos cruces e hicimos una nueva para las procesiones. También elaboramos las escaleras que fueron utilizadas en el Desenclavo», comenta Dorca.

Al igual que otros compañeros del taller, él asegura que no sabía nada del mundo de la carpintería hasta que llegó al servicio municipal, pero ahora constituye uno de los ejes de su vida: «Con la mente en lo que hago, no pienso en otras cosas, estoy tranquilo y pasa el tiempo rápido. Pintar y lijar son las tareas que más me gustan y entretienen».

Experiencia en Sálvora

Sandra Sampedro compagina la carpintería con los estudios, pero, como si de un colegio se tratara, también en este caso hay merecidas vacaciones, por lo menos, a veces: «El invierno lo dedicamos a la preparación de las competencias clave y a tratar temas de cultura general, pero en verano hacemos senderismo y excursiones». De hecho, el año pasado, un grupo de usuarios de la UAD viajaron a la isla de Sálvora, donde estuvieron cuatro días restaurando la dorna Vionta, bajo la dirección del carpintero Manuel Casais, y aprovecharon para conocer a fondo el paraje: «Fue en el mes de agosto. Fuimos nueve usuarios y voluntarios que estaban en unidad de día de la UAD. Me encantó la experiencia, ya que nos pudimos hacer una idea de cómo era la vida en la isla», explica Rogelio Vidal.

Sandra Sampedro, que también formó parte de la expedición, añade que tuvieron ocasión de comprobar los pasos que se están dando para convertir el pazo en un museo: «Se están recuperando aperos de labranza y vajilla que se conserva en el poblado. Lo cierto es que está quedando muy bien».

Mediante estas y otras actividades, estos usuarios de la UAD ribeirense están luchando por encontrar una segunda oportunidad, al tiempo que tratan por los medios que tienen a su alcance de integrarse en la sociedad.