Aseguran que los cambios en la conducta del niño son un síntoma del problema
11 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.El acoso es uno de los grandes problemas que afectan hoy en día a los niños y a los jóvenes. Son muchos los que lo sufren en silencio y otros tantos los que lo practican, buscando ocupar una oposición dominante a costa de machacar al débil. Iñaki Zubizarreta es un ex jugador de baloncesto que, en su infancia, lo sufrió, hasta el punto de que una paliza lo llevó al hospital. Ahora se dedica a ayudar a chavales a afrontar el problema desde la asociación No al Acoso Escolar (Nace). Lo mismo hace Javier Pérez, psicólogo que preside dicha entidad. Ambos recalarán el domingo en Ribeira para ofrecer una conferencia.
-¿Cómo acaban formando parte de este proyecto?
-[Iñaki Zubizarreta] Yo sufrí un acoso escolar muy fuerte y considero que los patrones de entonces se siguen repitiendo hoy. Ante esta situación, no me podía quedar de brazos cruzados. Quería transmitir mi experiencia y haciendo un sondeo en Internet descubrí Nace. Cada día estoy más implicado con la asociación y me siento satisfecho de poder ayudar a los críos.
-[Javier Pérez] Yo también descubrí Nace en Internet, una entidad fundada por una madre que sufrió en su familia un problema de acoso. Me involucré en la asociación hasta que asumí el cargo de presidente. El colectivo nació en un pueblo de Cataluña y ahora trabajamos por toda España e incluso tenemos colaboraciones a nivel internacional. El acoso es un problema global.
-El deporte fue la salvación de Iñaki Zubizarreta, ¿puede ser la clave para muchos acosados?
-[I. Z.] El deporte ha sido mi compañero de viaje. Me ha dado valores, compañerismo, empatía, capacidad de sacrificio, trabajo y responsabilidad.
-[J. P.] Es importante que los chicos sepan que el mundo no se acaba en el colegio, que hay otras alternativas para hacer amigos y establecer relaciones. Lo importante es que no se queden solos. Pero lo que hay que tener claro es que la solución al acoso no está en las manos de quien lo sufre, sino del que lo provoca. Algunas asociaciones ponen en marcha actividades para las víctimas, pero son los agresores los que tienen que aprender a respetar a los demás y los que ven la situación, los que tienen que denunciar. Si conseguimos eso, el problema se acaba.
-¿Qué síntomas deben activar las alarmas?
-[I. Z.] Hay que estar muy atentos a la conducta de los chavales, a cambios que puedan empezar a aparecer, como fingir enfermedades para no ir al colegio o bajar en el rendimiento escolar.
-[J. P.] Siempre hablamos de las tres ces para las familias y las cuatro ces para los colegios. Se trata de cambios: bajada en las notas, material estropeado o carácter irritable; campanas: es decir, aumento del absentismo; cuerpo: que no aguantan la mirada, que se cubren la cabeza y las manos para tratar de ser invisibles; y la cuarta, costumbres: que entra el último en clase y se va el primero, no quiere salir a la pizarra, en definitiva, que trata de evitar a sus acosadores.
-¿La detección precoz del problema puede ser fundamental?
-[I. Z.] Puede ser efectiva, pero frenar el acoso no es fácil, porque se ejecuta desde la sombra y a veces está muy elaborado. Por eso, nosotros incidimos en la necesidad de que los testigos de ese acoso hablen y explicamos la diferencia entre denunciar y chivar.
-[J. P.] En estos casos, el tiempo siempre juega en contra, porque el acoso es un maltrato reiterado y llega un momento en el que se normaliza y, por lo tanto, se vuelve más intenso. Y lo que empieza como una broma, acaba siendo una paliza.
-¿Cómo deben actuar los padres ante un caso de acoso?
-[I. Z.] Tienen que conseguir que el crío hable, que se sienta seguro en el entorno familiar. A partir de ahí, hay que poner los hechos en conocimiento del colegio y si este no actúa, recurrir a una asociación o a un abogado.
-[J. P.] Siempre insistimos en que la gran ce es la estrategia definitiva contra el acoso: el cambio. Hay que pactar cambios concretos con el colegio.
-¿Por qué un niño se puede llegar a convertir en un acosador?
-[I. Z.] Nos encontramos con chavales que tienen problemas en casa, que viven en familias desestructuradas y encierran una ira mal canalizada que descargan con el débil que tienen más cerca. Yo siempre llevo a los coles el mensaje de que el acoso no es un juego, de que hay chavales que sufren e incluso se suicidan por este problema.
-[J. P.] Son niños que tienen la autoestima baja y necesitan machacar para sentirse superiores. Lo que hay que tener en cuenta es que cuando alguien se ríe y jalea está alimentando a este acosador. Sin público no hay acoso.