Las pensiones, en caída y sin frenos

Ana Lorenzo Fernández
Ana Lorenzo RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

02 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Toda la vida trabajando y, ¿para qué? Eso es lo que se preguntan los centenares de jubilados que estos días han salido a las calles de la comarca para protestar por una ridícula subida de las pensiones que, en el mejor de los casos, es equivalente al precio de una barra de pan o de un café. Por si esto fuera poco, los barbanzanos, por no variar, son de los que menos dinero perciben, y no hablemos ya de las vecinas de la comarca que han puesto fin a su vida laboral, cuyos ingresos todavía se sitúan más abajo que los del resto de gallegas y españolas.

El escaso dinero que cada mes se le ingresa en las cartillas está en algunos casos rozando los límites de la pobreza, y en muchas ocasiones se convierte en el único sustento con el que cuenta una familia para poder comer y vivir, puesto que gran parte de los jubilados tuvieron que volver a hacerse cargo de la manutención de sus hijos y nietos cuando los zarpazos de las crisis económica los enviaron de una patada a las listas del paro.

¿Por qué se hace esto con nuestros mayores? Nadie se acuerda de que fueron ellos los que lograron volver a poner en pie este país después de la guerra, que muchos tuvieron que marcharse a América para poder trabajar, o pasar décadas embarcados para tener un sueldo digno que ahora, tras la jubilación, se convierte poco menos que en irrisorio, por no hablar de los problemas que tienen los emigrantes retornados para recuperar lo que les pertenece.

Lo peor de todo es que el panorama no tiene trazas de mejorar y, con la caída en picado de la natalidad, el sistema nacional de pensiones explotará por algún lado. No hay que ser adivino para saber que los que hoy están trabajando ya no tendrán que protestar en el futuro por una ridícula subida del 0,25 % de su pensión, sencillamente, porque no la tendrán, a pesar de que cada mes se le retire de su sueldo un porcentaje considerable de ingresos. En el mejor de los casos, y siguiendo el consejo de Mariano Rajoy (¡vaya jeta que tiene!), algunos pondrán disponer de un plan de pensiones privado del que poder tirar para disfrutar de unos merecidos años de descanso tras una intensa vida laboral.

Cuando se acerquen unas nuevas elecciones, da igual si son municipales, autonómicas, generales o europeas, los políticos de turno -de todos los partidos y colores- volverán a lanzar las campanas al vuelo para hacer sus promesas de incrementar las pensiones, «cuidar a los mayores que han hecho tanto por sacar adelante esta tierra» y demás monsergas que, a la hora de la verdad, se traducirá en un escaso 0,25 % de aumento en sus nóminas, o lo que es lo mismo, poco más de un euro al mes. Humillante.