La mala educación se esconde tras el piropo

Francisco Brea
Fran Brea CRÓNICA

BARBANZA

20 ene 2018 . Actualizado a las 05:05 h.

No todo el mundo sabe aceptar un piropo y, visto lo visto, hay mucha gente que no sabe lanzarlos. Esto último quedó demostrado hace un par de días en Noia. Dos individuos que viajaban en su coche se pararon a la altura de una joven que iba caminando, la invitaron a subirse al turismo y ella salió corriendo por miedo. No me extraña, porque hoy en día ya no puedes fiarte de nadie, y menos de un desconocido con pasamontañas. Por suerte todo acabó en un susto, pero llama la atención que los pasajeros del vehículo pusieran como excusa que solo intentaban piropearla.

Personalmente me parece una disculpa que no se sostiene por ningún lado, aunque refrenda mi pensamiento de que el llamado, por algunos, arte del piropo hay que enterrarlo y a muchos metros bajo tierra. Esta práctica lo único que ha hecho es favorecer el machismo. Porque sí, bien entendida y con respeto puede ser agradable, pero el ser humano es como es y casi siempre busca la parte negativa de las cosas. Bajo el pretexto del piropo, no sabría decir si se han lanzado más ofensas que halagos. Las mujeres han tenido que oír multitud de barbaridades de hombres que, muy viriles ellos, se creen en el derecho de decirle, o gritarle desgañitándose, lo guapa que es. Lo hacen, aún por encima, con mala educación y pensando que la chica en cuestión se va a sentir satisfecha, como si su objetivo fuera salir a la calle esperando a que un macho de verdad la corteje.

Como reza el dicho, hay de todo en la viña del señor y puede ser que exista a quien le guste escuchar estos chascarrillos. Aún así, quiero suponer que son una minoría. Me parece difícil concebir que a estas alturas, después de todo lo que se ha luchado, y lo que queda, para conseguir una sociedad más igualitaria, sigan viviendo personas en este mundo que consideren que asaltar a una joven por la calle para invitarla a subir a su coche es una conducta correcta y normal. Me resulta imposible entender el motivo por el cual se sigue juzgando a la gente por su condición sexual, raza o religión.

Que yo sepa, somos libres de vestir como queramos, rezarle a quien nos parezca, meternos en la cama con quien nos apetezca, siempre y cuando tengamos la suerte de que nos corresponda, y, en resumen, vivir nuestra vida. Somos libres de hacerlo ajustándonos a la ley y, también, mientras nuestros actos no delimiten la libertad de otra persona. Porque tú eres libre de lanzar un piropo educado y quien lo reciba tiene el derecho de aceptarlo o no. Lo que no puedes es ofender e intimidar. Lo que es inadmisible es que invadas el espacio personal y la intimidad. Y parece que en vez de avanzar, damos pasos hacia atrás.