Adrián Sarasquete: La mente que dibuja el futuro de los barcos

antón parada RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

XOAN CARLOS GIL

El ribeirense dirige un equipo que creó un prototipo de palangrero que consume un 30 % menos de combustible

14 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay niños que al ver en el televisor una serie de acción sueñan con ser policías. Hay niños que se sientan frente al ordenador o la videoconsola y sueñan con ser informáticos. Pero Adrián Sarasquete Fernández (Ribeira, 1977) no. Él miraba al mar y los barcos que lo surcaban. Él se divertía desmontando y montando cacharros en el taller de motos de su abuelo, que había sido mecánico de aviación. Por ese motivo, el ribeirense nunca dudó de que se convertería en ingeniero naval.

En la actualidad, Sarasquete es el gerente y director técnico de la firma Vicus Desarrollos Tecnológicos, avalada por más de una década de trayectoria. Desde esta empresa, con sede en la parroquia viguesa de Coruxo, dirige un equipo multidisciplinar que realiza innovadores proyectos náuticos. El más reciente de ellos se trata de un prototipo de palangrero diseñado para la Organización de Palangreros Guardeses (Orgapu) que permitirá la reducción de hasta un 30 % del gasto en combustible.

Dique seco

Cuando este ingeniero naval tenía solo 17 años y cursaba los estudios en el IES Número Un de Ribeira ya mostraba un gran dominio e interés por las matemáticas y el dibujo técnico. Por aquel entonces ya tenía claro que se marcharía a la Escuela Técnica Superior de Ferrol. En el campus de Esteiro hubo muchas horas de estudio y pocas de ocio. El primer año habían comenzado más de 60 estudiantes, pero al finalizar el quinto solo se licenciaron una docena de ellos.

El primer contacto profesional de Sarasquete fueron sus prácticas en Astilleros de Pasaia, en el municipio guipuzcoano de Pasajes, cuando cursaba tercero de carrera. Nada más obtener el título, se integró en la oficina técnica de ingeniería de Juliana Constructora, el astillero más grande de Gijón. «Allí se diseñaba el proyecto completo del barco, algo que no es habitual, se desarrollaba todo, desde el apartado conceptual a la entrega y la ingeniería de detalle y construcción», explicó el ribeirense de aquel período de tres años que le sirvió de gran aprendizaje en aspectos como la ingeniería básica de máquinas y la propulsión.

«Tuve un jefe muy bueno que me dio cancha para crecer profesionalmente», indicó de aquella experiencia, de la que destaca la participación en el desarrollo de unas dragas para un exigente armador belga, que a día de hoy siguen siendo funcionales.

Su siguiente parada fue la firma viguesa Baliño, dependiente del Grupo Emenasa, donde ocupó el cargo de responsable de I+D e hidrodinámica durante otros tres años. Sin embargo, a finales del 2007 nacía Vicus DT, también dependiente de la misma compañía, una iniciativa que echaba a andar con tres personas, entre ellas Adrián Sarasquete. Hoy la empresa la integra un equipo de siete profesionales.

La botadura

«Vicus DT nació por un motivo. En Vigo se sabían hacer barcos y existía un conocimiento práctico, ingenierías y astilleros. No obstante, en servicios como la propulsión y el diseño del casco, muchas de las técnicas empleadas procedían de empresas del norte de Europa», comentó el director técnico de esta firma que ha ejecutado más de 400 proyectos y cuyos clientes potenciales son extranjeros, con encargos llegados de Noruega, Países Bajos o Hong Kong.

«Realizamos simulaciones a partir de cálculos con ordenadores potentes, donde se recrea el comportamiento del barco y hélices, que permiten su optimización y un mayor rendimiento», indicó Sarasquete de la aplicación de herramientas que antes estaban limitadas a grandes corporaciones y centros tecnológicos de fabricantes, y que redujeron la dependencia de ensayos de laboratorio y de canal. Ese es uno de los grandes méritos de Vicus DT, democratizar esta tecnología y ponerla al alcance de armadores españoles.

De esta forma, la firma viguesa ha conseguido que embarcaciones que en un principio no eran rentables lo sean después de una inversión fácilmente recuperable. Por ejemplo, acaban de corregir un problema de un barco con base en Namibia que arrastraba desde hace 25 años, a través del rediseño de las palas. Además, su metodología de trabajo deja un importante legado medioambiental al reducir el consumo de combustible.