El vandalismo sigue atacando el futuro del patrimonio histórico

Álvaro Sevilla Gómez
Álvaro Sevilla RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

Los gamberros regresaron por enésima vez al lugar para destrozar casi por completo una de las dos aceñas

09 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Lejos de solucionarse, la situación se ha convertido en un problema irresoluble. Los propietarios de los dos molinos ubicados en el lugar de Amendo ya no saben qué hacer ni a quién pedir ayuda. A pesar de lo idílico del paraje, los vándalos siguen tratando de eliminar a golpes esta puerta abierta al pasado. No es la primera vez que las dos piezas patrimoniales acaban en pedazos y los vecinos de la zona lo tienen claro, tampoco será la última.

Este fin de semana le tocó al molino que, por fortuna, se había librado del gamberrismo durante meses. Solo hace falta acercarse al lugar para ver el inmenso daño causado. El tejado de la aceña está completamente reventado, partido en pedazos. Las tejas se encuentran esparcidas por el exterior y se han convertido en el suelo de inmueble. Las pocas que se han salvado son un peligro para cualquier persona que acuda al interior, ya que muchas pueden desprenderse en cualquier momento y caer sobre el firme.

«É un desastre. Máis do 80 % do tellado tirárono abaixo. Non lle hai que facer», asegura el propietario del molino, José Fernández Santamaría, que está completamente abatido. El vecino del lugar de O Vilar acudió ayer al lugar acompañado de los agentes de la Policía Nacional, ante los que denunció los hechos.

Costosa reparación

Santamaría reconoce que los trabajos necesarios para recuperar el inmueble, tal y como se encontraba, rondarán, como mínimo, los 2.000 euros: «O tellado hai que poñelo practicamente enteiro, pero non sei como poderemos facelo. Quen restaurou o muíño no seu momento foi a Xunta, e sen o seu permiso non podemos mover unha tella».

En el exterior del enclave hay construida una pequeña pasarela, que cuenta con un pasamanos de madera. También ahí actuaron los vándalos, que rompieron parte de esta y la lanzaron al regato que divide el espacio. «É un desastre. Os muíños deberon molestar a alguén. Levoulles traballo facer todo o que fixeron», asegura Fernández Santamaría.

Ánxeles Cruxeiras, la propietaria del otro molino, también mostró su preocupación. El tejado del suyo se salvó, aunque en el interior también se dieron varios destrozos. Este inmueble ha sido uno de los más golpeados, ya que en el último año sufrió varias oleadas de vandalismo. Por ello, la ribeirense se plantea enviar a la Unión Europea un escrito para explicar los problemas que están sufriendo.