Sara y Julia Cubelo, una relación entre madre e hija que va de casa a los vestuarios

BARBANZA

SANDE

Las muradanas reconocen que tienen discusiones y que es difícil dejar en el hogar el vínculo de sangre

26 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

En una casa no es extraño ver como conviven una madre y una hija. Lo que es menos habitual es que, además de hogar, compartan vestuario. En Muros se da este caso y, por si fuera poco, por partida doble. Julia Cubelo tiene 38 años y es una apasionada del balompié. Lo es desde que era una niña, y esa afición se la ha transmitido a su hija Sara, que ya tiene 15 años y con esta edad es considerada sénior en el fútbol femenino. Ambas forman parte del equipo de Os Miúdos de Muros y de la Agrupación Deportiva Atletes de fútbol sala, por lo que son madre e hija tanto en casa como en los campos y en las pistas.

«Cando Sara era pequena víame xogar e comezou a interesarse por este deporte no colexio. Non o tivo fácil por ser unha nena, xa que os rapaces a excluían. Eu animeina a que seguira», comenta Julia. El apoyo de la madre tuvo efecto, ya que la joven afirma que el balompié «gústame moito, aínda que sempre me custou, ao ter que xogar con homes, pola diferenza de físico».

Los caminos de las muradanas estaban destinados a cruzarse con un balón de por medio. Ahora comparten entrenamientos, viajes, camiseta... y, en consecuencia, pasan mucho tiempo juntas. «Temos discusións nos adestramentos, pero non me gusta que me berre neles. Na casa tamén o fai, aínda que sei que é polo meu ben», indica Sara, quien también reconoce que «ás veces, cando tiven que ir a partidos sen ela, non é o mesmo porque te acostumas a que estea».

Reacciones inevitables

Julia, por su parte, asegura que hay «cousas de mamá inevitables. Doulle importancia a que leve unha chaqueta ao adestramento se fai frío ou a que coma antes de ir. Tamén, se toca un día de choiva e non leva unha muda hai berros. É difícil separar a vida do fútbol. Despois, xa no apartado deportivo, se cae ao chan xogando ou leva un golpe pois que se erga, sempre e cando vexa que non é grave. É máis, cando ela manca a algunha si que me acerco e dígolle que vaia con coidado».

Coincidir en los terrenos de juego y sobre el parqué da para contar alguna anécdota. Entre ellas, la que más recuerda Cubelo es una que se repite muy a menudo y que llama la atención, tanto a las rivales como a los árbitros. «Sara no campo chámame mamá. Ás do outro equipo sempre quedan mirando, e é peor no fútbol sala, porque a pista é máis pequena e óese bastante máis. Eu dígolle que somos compañeiras e que me chame Julia, pero non é capaz», explica.

El instinto maternal no se puede ocultar y en el caso de Julia no solo aflora con su hija: «Son así con todas, xa me chaman a mami do equipo», bromea.

Más que una compañera

Lo cierto es que la madre muradana es para las futbolistas que la rodean algo más que una compañera: «Apoianse en min para moitas cousas e falan de todo diante miña. Son unha máis, somos amigas e, por sorte, hai moi bo ambiente».

Estar tanto tiempo con jóvenes «dá moita vida e moitas veces son a primeira que me poño a facer bromas con elas, volves aos 15 anos», comenta la madre de Sara. Aún así, reconoce que «ás veces dígolle ao meu marido que igual xa é hora de deixalo, de colgar as botas e pensar en coller a bicicleta ou dedicarme a andar pola montaña. El non me deixa, porque dime que o fútbol dáme a vida».

Una familia de tradición futbolera

 

 

Sara Cubelo lleva el fútbol en la sangre y no solo por culpa de su madre. El padre de Julia ya jugaba y «sempre o ía a ver, era moi bo porteiro», recuerda. Precisamente, la muradana ahora defiende la portería de Os Miúdos. Nunca se había enfundado los guantes, pero el equipo no tenía guardameta y ella, como veterana, dio un paso al frente y aceptó el reto. Ahora trabaja a diario para mejorar y los progresos son notables. También el hijo pequeño de Julia es cancerbero: «É o meu fan número un, faille ilusión poñer os seus guantes ao lado dos meus e nos partidos dáme ánimos seguido».