Pedro García Aguado: «Criamos a una generación de tiranos»

María Xosé Blanco Giráldez
M. X. Blanco RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

cedida

Los asesores familiares insisten en la necesidad de poner normas y límites cuando los niños son pequeños, para evitar problemas de conducta en la adolescencia

01 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Es el conductor del programa de televisión Hermano mayor, conocido por tratar de reconducir a jóvenes con problemas de comportamiento, pero Pedro García Aguado también constituye el 50 % de Aprender a Educar, un proyecto de nueva creación nacido para ayudar a las familias con hijos. La prevención, la detección precoz y la formación en valores positivos son los puntos fuertes de este plan, coliderado por Francisco Castaño Mena, un profesional del ámbito de la educación con muchos años de experiencia. Conferencias, talleres de entrenamiento personales -tanto presenciales como vía Internet- y una asesoría especializada son las armas de combate que emplea este dúo.

Pregunta. ¿Cuáles son los objetivos que persiguen?

Francisco Castaño. Creamos este proyecto con el objetivo de ayudar a los padres. Sabemos que ellos educan a sus hijos de la mejor forma que pueden, pero a veces el resultado no es el adecuado, de ahí que necesiten unas pautas.

P. ¿A qué edad se suelen manifestar los problemas de conducta?

F. C. Se manifiestan en la adolescencia, pero aparecen antes, generalmente en Primaria. Normalmente se derivan de pautas educativas erróneas, como la sobreprotección o el no poner normas y límites. Los niños van ganado terreno y con la eclosión de la adolescencia, los problemas se acentúan.

Pedro García. Los problemas se perciben cuando los niños son pequeños y cuando los padres son incapaces de evitar que se salgan siempre con la suya. Hay patologías desafiantes que provocan que a los chiquillos les cueste aceptar las normas. En la mayoría de los casos, se ve ya desde que son muy pequeños, si van a tener conductas problemáticas.

P. ¿Qué medidas preventivas pueden adoptar los padres?

F. C. Más que hablar de prevención, hay que hablar de una educación adecuada. Hay que poner normas y límites desde que los niños son pequeños. Hay que saber decir no y mantenerlo.

P. ¿A qué puede deberse la proliferación de adolescentes con este tipo de conductas?

F. C. Pienso que detrás puede estar la sensación de culpabilidad que tienen algunos padres que no están con sus hijos el tiempo suficiente y tratan de compensarlos cediendo y diciendo a todo que sí.

P. G. Existe también una dejación de responsabilidades. Se pretende que a los hijos los eduquen en el colegio, mientras los padres permiten que tengan de todo para que no se traumaticen. Criamos a una generación de tiranos en potencia.

P. ¿Tiranos? ¿Es tan grave?

P. G. Desde bebés tiranizamos a las madres con el llanto para que nos den de comer y al ir creciendo, cada uno debería ir valiéndose por sí mismo, pero no fomentamos eso. Vemos casos de personas de 30 años que viven con sus padres y no saben hacer nada y niños que con 8 o 9 años son unos auténticos tiranos. No son malos hijos, tienen el comportamiento que han aprendido.

P. ¿Y cuáles son los síntomas que deben poner en alerta a los padres?

F. C. Siempre digo que no hay un baremo que pueda aplicarse a todos. Cuando unos padres sienten impotencia porque su hijo se sale siempre con la suya, es el momento de actuar. No se puede esperar a que aflore el conflicto, porque entonces será más complicado resolverlo.

P. G. El problema es que nos hemos acostumbrado a educar en el sí a todo y el hecho de que los hijos no acepten un no lleva a los padres a la frustración.

P. En principio, ¿todos los problemas tienen solución?

F. C. De partida, no hay conducta que no pueda reconducirse excepto que sea motivada por una psicopatía o por una adicción, que las habría que tratar con otros medios. En el resto de los casos, nuestro método siempre puede reconducir.

P. ¿Y cuál es la fórmula mágica?

F. C. Nuestro método consiste en reforzar y valorar lo positivo, enseñando a los padres a que eviten el conflicto actuando antes, imponiendo consecuencias. Que un adolescente llega tarde a casa, no hay bronca, sino que el próximo día se queda en casa y eso hay que mantenerlo hasta el final.

P. G. Hay que evitar que la pataleta se convierta en maltrato, en insulto, en manipulación, en chantaje y también en abuso de determinadas sustancias.

P. ¿Qué consejo le daría a los padres?

P. G. El primer consejo que yo daría a las personas es que se lo piensen bien antes de tener hijos y que valoren el modelo educativo a aplicar. Hay que educar con valores y límites de 0 a 12 años para que cuando comience la adolescencia, esa etapa de rebeldía y desequilibrio, el cambio no resulte tan traumático.