Berberecho noiés

Alicia Fernández LA CRIBA

BARBANZA

18 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Leo estos días, con agrado, que en la cofradía de Noia trabajan para que el berberecho que se extrae en sus concesiones se identifique como tal, pues se han dado cuenta de que ello repercute en su imagen, precio y cota de mercado. Si he de ser sincera, creo que no es sin tiempo. ¡Una lástima el que se ha perdido para identificar ese bivalvo en la mente del canal y del consumidor!

Una pregunta: ¿por qué somos tan lentos a la hora de asimilar y entender las necesidades y tendencias del mercado? La respuesta es sencilla: falta de profesionalidad. Pero no a la hora de rastrear en busca del preciado molusco, que es posible que se haga de la mejor manera ya que es la parte más fácil (ya no lo es tanto las gestión de las concesiones o alcanzar un óptimo ciclo de cultivo). Hay que fijar la vista en el recorrido desde la lonja hasta que alguien paga por comerse unos berberechos frescos o en conserva. Ese es el reto del mercado: conocer, interactuar, influir y recoger. Para saber dónde está y a dónde va. Y en ese campo suspendemos porque no se dispone -ni se quiere disponer- de personal adecuado.

Es muy difícil que el berberecho de Noia pueda alcanzar la protección de una denominación de origen protegida (ya hay tres de mejillón y una de almeja) o una especialidad tradicional garantizada (hay una, mejillones de Bouchot), pero quizás sea posible fundamentar una indicación geográfica protegida. Incluso hay vías ajenas a las de la Unión Europea.

Lo fundamental es que la dirección y la masa social consideren la diferenciación e identificación fundamentales para su futuro porque… ¡con DNI siempre será mejor!