Parábola de la última croqueta

Emilio Sanmamed
Emilio Sanmamed LIJA Y TERCIOPELO

BARBANZA

16 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Una pareja cenaba en el mejor restaurante de la ciudad. La ocasión lo merecía, estaban de aniversario: «¿Te acuerdas, amor, cómo nos conocimos?» Claro que se acordaba. El proceso de seducción había seguido los típicos cauces nocturnos: grupos de amigos que se juntan, presentaciones, cervezas, miraditas en el pub y el beso que llega puntual con una canción de Bon Jovi.

«Y ¿te arrepientes, amor, de pasar tantos años conmigo?». «Claro que no, cari». La botella de Rivera del Duero se iba vaciando. Parecía la velada perfecta… pero un silencio se apoderaba de la mesa y, por ende, del mundo. «¿Te pasa algo, cari? Estás muy callada». «No, amor». «Venga, cari, te conozco. Algo te pasa». «¡Pues que te has comido la última croqueta, amor! ¡Eso me pasa!». «Cari, no estropees esta noche tan especial». El ceño de «cari» se frunce, colapsando sobre sí mismo como un agujero negro. «Y te has acabado la botella de vino, amor».

«Pues tú este mes te has gastado 200 euros en caprichitos, cari». «Amor, roncas tan fuerte que llevo sin dormir desde que te conocí». «No soportas a mi madre». «Le miras el escote a la vecina». «Le mandas wasaps al profe de ‘pilatos’». «¡Es pilates y seguro que no dejaría el baño tan lleno de pelos como tú!». «¿Me estás llamando calvo?». «Se acabó Alberto, te dejo». «¿Por una croqueta? ¿Me dejas por una croqueta?». «¡Sí! ¡Por una croqueta, so cretino!». Ella se levanta de la mesa y se va. Alberto se queda sentado, con el estómago lleno de croquetas y una importante lección: los detalles. El diablo está en los detalles.