Por un siglo de recuerdos para no olvidar nunca a la abuela centenaria de Bealo
BARBANZA
Dicen que la historia de un pueblo la escriben las personas que lo habitan con la tinta de sus días. Por este motivo, la pérdida de Vicenta Novo Caamaño, A Ferrancheira (Taragoña, 1917), supone la despedida de cien páginas indispensables para su Rianxo natal y para el Boiro que acogió durante décadas a la conocida como la abuela centenaria de Bealo. Pero jamás su olvido.
Novo nacía en la aldea de Fachán un año antes de que finalizase la primera Guerra Mundial, en un contexto de dureza en el que creció ayudando a sus padres en las tareas domésticas y en el campo. Inevitablemente, sufrió las penurias de la Guerra Civil española, mas entre todo ese jardín yermo de desgracia y violencia brotó el amor y se casó con el vecino de Landeiras Vicente Filgueira, dos meses antes de que finalizase el conflicto. Aquella localidad se convertiría en su nuevo hogar y el lugar donde prendería las simientes de la que nacerían sus tres hijas: Luz Divina, Manuela Leonor y Marina.
Por aquel entonces, el auge de la industria conservera de elaboración tradicional en la comarca le abriría las puertas al que fue su trabajo en Pita Hermanos hasta su jubilación. Tras retirarse, Vicenta Novo nunca pudo quedarse estática y destinó su tiempo libre al cultivo de la agricultura ecológica y de los animales domésticos, labores que compaginaba con la entrega en cuerpo y alma a los suyos.
Hace cerca de 13 años, la pérdida de su marido provocó que se trasladase al domicilio de su hija mejor, una casa que fue reconocida por el Concello de Boiro como «cuna de los músicos del pueblo». Allí, A Ferrancheira recibió el abrigo de la melodía de sus nietos y bisnietos, entre ellos el matrimonio formado por el compositor Juan España y Cornelia Ces.
Vicenta Novo se durmió para siempre el sábado a los 100 años, recibiendo el calor de numerosos vecinos. Su funeral fue oficiado ayer en la iglesia de Bealo.