Unos cazadores encontraron en la sierra cinco trampas para animales

Álvaro Sevilla Gómez
Álvaro sevilla RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

CEDIDA

Los lazos estaban en la parroquia sonense de Ribasieira

25 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El arranque de la temporada de caza menor funciona como un termómetro para comprobar el estado en el que se encuentra la sierra, y durante este fin de semana quedó constancia de un problema que no termina de controlarse: el del uso de trampas para abatir jabalíes, zorros y lobos. La evidencia la pusieron sobre la mesa un grupo de cazadores, que encontraron cinco lazos, todos ellos en la parroquia sonense de Ribasieira.

Fue la Asociación para el Estudio de la Naturaleza (Axena), la que se encargó de denunciar esta práctica, que está perseguida en el Código Penal. Según trascendió, dos estaban confeccionados con los frenos de una bicicleta. Esto es común, ya que este tipo de cable es muy moldeable, lo que permite que los animales queden atrapados con mayor facilidad. Otro era de mayor diámetro que el resto, por lo que se supone que tenía como fin la captura de algún jabalí.

Machacado y con marcas

Después de encontrarlos, los cazadores pudieron comprobar como uno de ellos ya había atrapado a un ejemplar, ya que estaba machacado y tenía varias marcas. A pesar de que en esta ocasión se descubrieron cinco, animalistas y Guardia Civil saben que su uso está extendido y que habrá decenas más de ellos por toda la sierra barbanzana.

Los representantes de Axena también valoraron esta práctica, que denuncian desde hace años: «Na nosa comarca segue habendo un costume moi perigoso: son os lazos corredizos contra a fauna salvaxe, xa sexan para o lobo, coma sucedeu fai uns anos en Boiro, ou máis comunmente contra o xabaril que entra nas fincas de cultivo. Estas trampas mortais normalmente están colocadas nos pasos dos animais cara as zonas de cultivo, e non fan diferenzas entre salvaxes ou domésticos (coma os can dos cazadores ou, simplemente, de calquera veciño que vaia a dar un paseo ao monte coa súa mascota), nin tampouco cas persoas que poden caer nela e verse gravemente feridas ou nunha situación perigosa».

Sobre el hallazgo de los cazadores en Porto do Son, reconocieron que: «Son outros cinco máis dos que se atopan cada dous por tres, e non parece que se tomen medidas serias contra estas prácticas crueis. ¿Que ten que ocorrer para que se pare esta situación? ¿Cantos animais teñen que sufrir extenuados durante días ata que morren por culpa da soga de aceiro? ¿Cando vamos ter unha política medioambiental que sexa responsable co medio ambiente e coas persoas que traballan nel?»