La bandera X

Emilio Sanmamed
Emilio Sanmamed LIJA Y TERCIOPELO

BARBANZA

26 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Recordó el principio, cuando sus ideas y sus símbolos representaban los más altos valores. Así había crecido, así habían hecho que creciera, amando aquella bandera X por encima de todo. Recordó las discusiones con su hermano, que solía decirle «nacer aquí ha sido una circunstancia aleatoria, no dejes que te defina por completo». Qué sabría él, ¿cómo podía no sentir ese fervor? Esa inflamación del espíritu al ver ondear al viento la enseña de su tierra, la bandera X.

Recordó la época en que empezó a juntarse con gente que también amaba a la bandera X, era fenomenal, se les llenaba la boca hablando de las virtudes del pueblo al que representaba. Los más honrados, los más valientes, los más sufridores, los más pueblo eran ellos. Y, claro, los que no pensaban así, los que no amaban esa bandera X, no eran pueblo. De hecho eran enemigos del pueblo. Eran idiotas manipulados, apátridas o escoria que rendía pleitesía a otra bandera: la apestosa bandera Y.

Todo aquello parecía ya tan lejano… pensó mientras miraba a su hermano, que tenía una amarga sonrisa veteada de «no te preocupes». Se guiñaron un ojo, cómplices, como en los juegos de la niñez. Él no disparó, pero el resto del pelotón sí. Vio a su hermano caer abatido con la mueca estúpida que tenían los hombres que no sienten patria alguna.

¿Era necesaria esta guerra civil? Mirándose al espejo vio en su cara esa mueca estúpida. Cogió el fusil, cargado aún con la munición que se había ahorrado con su hermano, fue a la plaza del ayuntamiento y, lágrima en ristre, disparó a matar contra la bandera X.