«Isto é moito mellor que unha voda»

Ana Lorenzo Fernández
Ana Lorenzo RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

Cerca de 800 vecinos de Boiro se vistieron ayer de gala para disfrutar de una nueva comida de
la tercera edad

21 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La primera regla de oro que tiene que cumplir un asistente a una comida de la tercera edad es llegar con suficiente antelación para poder reservar una mesa para él y toda su cuadrilla. Abrigos, chaquetas, fulares y sillas inclinadas son elementos claves para señalizar que esos asientos ya están ocupados y que es mejor buscar otro sitio.

Así lo hicieron ayer la gran mayoría de participantes del Xantar de Confraternidade, que tuvo lugar en el pabellón polideportivo de Barraña y que reunió a cerca de 800 comensales de las ocho parroquias boirenses, casi un centenar más que en la última edición. Muchos aprovecharon esta cita para rebuscar en los armarios y desempolvar sus mejores galas, y no faltaron los abrigos y vestidos de seda o encaje, los trajes y corbatas, así como algún que otro bastón para ayudar a caminar.

Cuando el reloj marcaba las dos en punto, apenas quedaban unos pocos asientos por ocupar y la mayoría de los asistentes esperaban ansiosos a que los camareros comenzasen a desfilar con las bandejas. Pero tuvieron que esperar aún un poco más, porque antes de iniciar la comida tomaron la palabra la concejala de Servizos Sociais, Beatriz Deus, la directora xeral de Maiores, Fabiola García, y el alcalde, Juan José Dieste, quienes agradecieron la asistencia y recordaron todas las iniciativas que se llevan a cabo en la Xunta y el Concello para poder atender sus necesidades. «Nós, como os vosos sucesores, temos a responsabilidade de manter o estado de benestar que vostedes merecen despois de traballar toda a vida», apuntó el regidor, que insistió en que seguirá gestionando el mayor número de recursos para poder cubrir todas las demandas.

Invitados de honor

Tras los discursos llegó la hora de hincar el diente, y descubrir el secreto mejor guardado: el menú. «Non sabemos aínda o que imos a comer, pero por 15 euros comemos de Chicolino. Isto é moito mellor que unha voda», explicaba una vecina que comenzó su idilio con las comidas de mayores en el 2004 y desde aquella no ha faltado a ninguna. Una amiga que la acompañaba asentía con la cabeza y añadía que todos los años se reúnen los mismos para poder celebrar juntos esta cita festiva, «na que somos os invitados de honor».

En otra mesa aprovechaban la espera para brindar y comentaban que, aunque no sabían exactamente que iban a comer, «sempre está moi ben. Ademais, se che gusta o comes, e senón vai de volta». Pero poco fue vuelta para las cocinas de Chicolino, que fue el encargado de servir un completo menú formado por langostinos y buey de primero, para luego continuar con un plato de merluza y otro de ternera, y todo regado con un buen vino, aunque también había agua para aquellos que no se podían exceder con el alcohol. Los cafés y los postres sirvieron para poner el punto y final a la comida, a la que siguió un baile amenizado por un pinchadiscos. «Hai que aproveitar estas festas, porque non se sabe cando volveremos a ter outra ou se a teremos», sentenciaba un asistente.