Los fieles se mojan por A Mercé

p. bretal A POBRA / LA VOZ

BARBANZA

DANI GESTOSO

El mal tiempo no logró evitar que la procesión de este festejo realizase la mitad del recorrido

25 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

A medida que uno camina hacia el templo pobrense de A Mercé el sonido de los pasos se entremezcla con el eco de la megafonía, que devuelve del interior de la iglesia los rezos del oficio religioso, así como el sonido de las gotas sobre el suelo que amenazan con impedir una de las tradiciones más queridas en el municipio y, por supuesto, en Postmarcos. La que rinde homenaje a Nosa Señora da Mercé.

Bajo el techo de la entrada principal del edificio sagrado se agolpa un grupo de fieles que sigue la misa desde fuera, prueba de que los nubarrones no han echado atrás a los vecinos que siempre marcan en rojo el día de ayer en sus calendarios. Dentro de la iglesia no cabe nadie más.

«Fun o primeiro en casarme neste templo, dende entón sempre que podo veño», explicó Antonio Gago, que a pesar de que la jornada ha coincidido en fin de semana y el trabajo no le supuso un problema para acudir, mira con desazón el caer de la lluvia. No obstante, sonríe y anota: «Haino que coller como veña, non queda outra». Y es que Gago guarda un gran vínculo con este lugar, que no podría esconder aunque le obligasen a base de huracanes.

La bella marcha

Mientras continúa la ceremonia, los integrantes de la agrupación tradicional pobrense Barlovento, así como los de Andavía, sujetan estoicos sus instrumentos y comienzan a coger sitio en los aledaños del hogar de la Virxe da Mercé. No muy lejos de allí, un corro de hombres otea al cielo preocupado. En ellos recae el importante papel de portar la imagen en la esperada procesión.

«Veño á Mercé dende que era pequeno, sempre me traía miña avoa ata que faleceu hai uns anos. Fago isto na honra dela», indicó José Ángel Santos, que el año pasado se estrenó prestando su espalda y espíritu para que la dama pueda hacer su recorrido sobre el florido manto. «A primeira vez que a levei sentín orgullo, espero que o tempo nos dea unha tregua», destacó Santos.

Y como si se tratase de una plegaria atendida, al final hubo procesión. Por lo menos a medias. Al término de la misa, que fue oficiada por el cura Marcelino Sánchez Somoza, se abrió un pasillo de paraguas para que la imagen saliese a relucir como cada año. No obstante, cuando la comitiva y las melodías de las dos bandas musicales se acercaban al cruceiro, donde debían dar la vuelta para regresar al templo y contemplar las tradicionales danzas del grupo Abeloura, la lluvia volvió a arreciar con fuerza y fue necesario regresar sin terminar la procesión.

Lo lógico hubiera sido que todos los rostros de los allí presentes albergasen muecas de tristeza y pesar, sin embargo, y a medida que los pasos volvían a resonar próximos al epicentro de la celebración, comenzaban a escucharse las primeras voces que ya piensan en el siguiente año.