La pérdida de docentes augura un curso complicado en los colegios

A. PARADA RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

MATALOBOS

Unos siete mil alumnos volverán a clase mañana, medio millar más que el año pasado

10 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Apenas quedan unas horas para que la cuenta atrás que marca el inicio del calendario escolar llegue a cero. Durante esta semana la actividad y el ir y venir por los pasillos y despachos de los centros educativos ha sido una constante, con el fin de prepararse para la vuelta a las clases. Y, en esta ocasión, ese regreso llega marcado por una vieja tendencia y una novedad. La primera es que varios colegios tendrán que hacer frente a la pérdida o fusión de unidades y profesorado, mientras que la segunda se corresponde con la ruptura de una dinámica que venía produciéndose desde hace un lustro, con la única excepción del 2014.

Si en los últimos cinco años los centros de primaria e infantil habían visto como su alumnado se reducía en un 35 %, este curso se ha producido un aumento de las matriculaciones hasta alcanzar la cifra de cerca de 7.000 jóvenes -algunos centros concertados aún tienen plazas, por lo que el número podría variar-, que devuelve a la comunidad educativa a índices del 2015. Aunque todavía falta mucho para alcanzar, por ejemplo, el total de 8.901 registrado en el 2014.

Detrás de ese crecimiento global del número de alumnos surgen casos como es el del CEIP noiés Alexandre Rodríguez Cadarso, que ha aumentando un aula en primer curso de primaria, o el del colegio de Palmeira, que incluso ha logrado duplicar la ruta de transporte con un nuevo autobús por las elevadas peticiones de los usuarios. También destaca el ejemplo del CEIP de Outes con 256 alumnos, aunque en este caso se debe a la fusión con el ya cerrado Emilio de Navasqüés.

La otra cara de la moneda

No obstante, el curso se antoja complicado para algunos centros en el plano organizativo. En Ribeira, el de Artes ha tenido que juntar dos clases en el nivel de primaria. Por su parte, el colegio de O Pindo ha perdido un docente y, para suplir su ausencia, el de Carnota tendrá que compartirlo, reduciendo inevitablemente las horas de trabajo que realiza en su centro de procedencia.

En el término muradano, la situación no varía mucho. La escuela infantil de Muros ha perdido una de las tres unidades con las que contaba, bajando solo en cinco alumnos. Y en el colegio de Louro se han suprimido dos plazas de profesores en primaria, que se suman a la del docente de Relixión (antes venía del Navasqüés) y al de Educación Física. Esto afecta directamente al también muradano Ramón de Artaza y Malvárez, ya que las cuatro horas que tendrán de gimnasia en Louro serán a cargo de su profesor, al igual que deberán compartir personal de orientación.

Por su parte, el mazaricano Pino de Val también compartirá el docente de Educación Especial con el Víctor Sáenz y el de Audición e Linguaxe con este centro y con el de A Picota. En Rianxo, el CEIP Xosé María Brea Segade ha perdido un docente y el Ana María Diéguez de Asados contará con una unidad menos de infantil y ha tenido que formar dos mixtas. Con todo, en este colegio han subido los niveles de matriculación en primaria.

Si en algo coinciden los equipos directivos de centros que han perdido docentes es en que este curso será difícil de organizar e intenso para los compartidos que tendrán que desplazarse.

La caída de la cifra de matriculaciones se concentra en los centros más pequeños

En las diferencias entre centros educativos está la clave para encontrar una explicación al hecho de que se hayan fusionado o suprimido unidades y docentes este año cuando muchos colegios han roto este curso con la dinámica de pérdida de alumnos que se venía produciendo. Mientras las grandes instalaciones -aquellas con cifras de entre 300 y 400 estudiantes- son las que han experimentado el crecimiento de las matriculaciones, para las escuelas unitarias y las que se localizan en parroquias o lugares de entornos rurales la sangría se ha acrecentando.

Dentro de ese segundo grupo se hallan ejemplos como el del colegio de Portosín, donde se han quedado sin un profesor itinerante de inglés. También es necesario destacar que varias unitarias se han quedado rozando el límite mínimo de seis alumnos, como es el caso de la escuela pobrense A Granxa (7) o la carnotana de Portocubelo (6).