«Cuentismofobia»

BARBANZA

17 ago 2017 . Actualizado a las 05:05 h.

«¿El mundo es blanco o negro?», nos preguntó el profesor de filosofía cuando rondábamos la adolescencia. Algunos dijeron que obviamente era negro, otros perjuraron que claramente blanco. «Estáis todos errados. El mundo es gris, pero tiene tantos tonos diferentes como nosotros queramos ver», respondió el maestro cuando la pelea entre ambas partes empezaba a recrudecerse. Dejó que pensáramos un rato, que masticáramos sus palabras. Tengo que reconocer que en aquel momento no lo entendí. Yo tenía claro que era negro.

Con el tiempo conseguí encontrar los tonos de los que hablaba, ni Messi ni Cristiano Ronaldo, ni Daenerys ni Jon Snow, ni mamá ni papá, ni un bando es solo bueno ni el otro está formado por villanos. Me tatué en mi mente esa magnífica frase de George Orwell: «Aquel que habla en el nombre de la perfección solo demuestra su propia ignorancia».

Volví a pensar en aquel debate de instituto cuando empecé a escuchar esa palabra de nuevo cuño: Turismofobia. Viví un par de años en Barcelona y pude conocer los problemas que padecen los vecinos de la Barceloneta y Ciutat Vella. Guiris desnudos por la calle, música atronadora durante las 24 horas del día y edificios convertidos en hoteles ilegales. Los barrios se ha convertido en un resort mientras políticos de todo cuño miran para otro lado ante esta invasión silenciosa.

Aupados por esta ola, en todos los puntos de España se comenzó a hablar con victimismo de este fenómeno. También pasó en Barbanza, donde no faltó quien asegurase que el turismo es un demonio que hay que empezar a frenar. A muchos se les olvidaron los viajes a Punta Cana y Riviera Maya, donde disfrutaron de una playa privada y de un camarero que los acompañaba con su bandeja cargada de mojitos. Aquello no era opresión.

«Aquí tenemos que salvar el año en tres meses», me comentaba un hostelero ribeirense cuando explicaba que varios vecinos se la habían quejado de que por culpa de los turistas no tenían donde aparcar cuando iban a comprar tabaco. Pensé en la Barceloneta, en Corrubedo y volví a ver la cara de aquel profesor de filosofía. Ni blanco ni negro, la turismofobia también es cuentismofobia.