La sangría de robos en los muelles hace mella en su actividad económica

Á. Sevilla / j. m. Sande

BARBANZA

matalobos

Las sustracciones, aunque de pequeño valor, impiden salir a faenar a los marineros

18 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Son robos pequeños, que a simple vista parecen intrascendentes. Sin embargo, la suma de todos revela la sangría que sufren los muelles barbanzanos, que impide que los profesionales del mar puedan realizar su trabajo con normalidad y que afecta a su actividad económica. Rastros, redes y nasas son los objetivos buscados, al igual que tanques de gasolina, otro de filón que esquilman los cacos. Estos robos, continuos en el tiempo, obligan a las tripulaciones a quedarse en tierra en jornadas laborales.

«É necesario extremar as medidas de seguridade. A xente está preocupada e pide que se mellore neste ámbito», apuntó el patrón mayor de Noia, Santiago Cruz. Fue en la dársena de su cofradía donde se vivió el suceso más grave desde que comenzó el verano. La pasada semana, una planeadora de la séptima lista desapareció por arte de magia. Su dueño recibió el aviso de un compañero, que se encontró otra embarcación propiedad del primero sin rumbo por Portosín.

«Son palabras maiores», reconoció el propio Cruz, que espera que el suceso quede en un hecho aislado. «O normal é que se leven aparellos e un pouco de gasolina, pero todo suma», apunta el responsable, que afirma que en ciertos casos ya no se denuncia ante los cuerpos de seguridad, al considerar que el valor económico es tan reducido que no merece la pena ni molestar a los agentes del orden.

A pesar de que la situación no es tan grave como en Noia, en Ribeira también se han dado robos de este tipo recientemente. Marineros de la capital barbanzana vieron como desaparecían combustible y material de trabajo.

Difícil control

El patrón mayor ribeirense, José Pérez, reconoció los hechos y apuntó que «non ten nada que ver co que pasaba antes. Houbo unha época na que se levaban directamente os motores das lanchas. Agora son roubos pequenos, pero son complicados de controlar. Incluso para os propios mariñeiros. ¿Se ves a un grupo de persoas levándose as nasas, ou mesmo o motor dun barco, como sabes se é deles a embarcación ou no?».

La situación también ha mejorado en A Pobra, aunque su patrón mayor, Juan Miguel Iglesias, subraya que los robos siempre terminan afectando a la actividad: «É cíclico. Agora atopámonos nun momento no que non estamos sendo vítimas. Toquemos madeira para que no nos toque».

Sin embargo, varias embarcaciones de su agrupación sufrieron sabotajes en fechas recientes: «Houbo algúns que tiveron que quedar en terra». Iglesias recuerda un robo que pone de relieve la repercusión de estas oleadas: «A un compañeiro leváronlle o plotter, o GPS e a radio. En total máis de catro mil euros e tivo que estar tres días sen poder saír ao mar, co que iso conleva. O prexuízo económico é máis que notable».

Los problemas para los profesionales de las cofradías del norte de la ría de Muros-Noia parece que han desaparecido, aunque hace un año también sufrieron una sangría importante de robos de motores, que dilapidó el trabajo de varios profesionales. En Cabo de Cruz, la vicepatrona del pósito Susana Silva, afirma que han sufrido sustracciones de gasolina, aunque de manera muy esporádica.

Las cofradías ponen su vista en Portos, sin embargo, desde el ente se recuerda que en materia de seguridad no tienen jurisprudencia, sino que pertenece a los cuerpos de seguridad estatales. A pesar de las cámaras instaladas en diferentes recintos portuarios, luchar contra las sustracciones y evitarlas es una tarea complicada.

Los cacos trabajan bajo demanda y van alternando las dársenas para pasar desapercibidos

La gente de mar y los cuerpos de seguridad saben perfectamente como funciona este pequeño mercado negro que tiene los muelles gallegos como principal despensa. Estos grupos suelen trabajar bajo demanda, por lo que se centran en artículos concretos, en su mayor parte instrumentos que son necesarios en los puentes, como los GPS o las sondas.

El robo de motores, que afectó a ambas márgenes de la ría de Arousa en los últimos años, es la constatación que ven desde las cofradías a este fenómeno. A veces, el material va rumbo el país vecino.

El objetivo es sencillo, rebajar el precio del producto. En lo referente a los robos de gasolina, desde los cuerpos de seguridad destacan que poco tienen que ver los grupos organizados, sino que se trata de ladrones de poca monta que intentan sacar algo de dinero. Sobre el resto de sustracciones, afirman que es necesario que sean denunciadas, ya que es la forma más rápida para que se pueda abrir una investigación.