Dicen que la moción de censura al gobierno ha sido inútil. Ya que me la he tragado por la radio durante horas, permítanme que discrepe y haga de analista punklítico, comenzando por Irene Montero. La portavoz de UP ha demostrado estar más capacitada para ser parlamentaria que muchas de sus señorías. Las dos horas que estuvo enumerando los más de 60 casos de corrupción del partido del gobierno fueron contundentes y claras. Creo que incluso los parlamentarios del PP no conocían la cantidad de trabajo que su partido acumula en los juzgados, ahora ya lo saben. Estuvo tan correcta que la intervención posterior de Iglesias se antojó descafeinada hasta que empezó a tirarse los trastos con Rivera.
Después llegó Rajoy, hay que reconocer que el condenado tiene gracia hasta cuando no lo pretende. Comenzó con los chascarrillos sarcásticos que tanto le gustan, pero al no ser la oratoria su fuerte tiene que llevar los discursos preparados y se lía cosa mala leyendo. Dejó tres nuevas frases antológicas para regocijo de los amantes de la comedia.
Dejo para el final lo peor: Rafael Hernando. Por si alguien no lo recuerda, es el mismo demócrata que hace diez años intentó agredir a Rubalcaba. Ese es su talante. En su discurso final no tuvo problema en enumerar de nuevo los casos sobreseídos en los juzgados inventados por la policía patriótica de Fernández Díaz. Está tan falto de argumentos que tuvo que tirar de Irán, Venezuela y de un machismo condescendiente que da asco y recuerda a tiempos pasados. Si esto es lo que hay, la moción era más que necesaria. Suspiren.