La tradicional recepción tras la Regata Frinsa hermanó a regatistas de distintos puntos de la geografía gallega
08 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.Todavía con el regusto salado de la ría de Arousa en la boca y la tensión de la competición acumulada en los músculos, vencedores y vencidos en la Regata Frinsa se unieron tras la gesta contra viento y mar en la ya tradicional recepción a los participantes que cada año brinda Ramiro Carregal, el presidente de la conservera que patrocina la prueba náutica.
Este hermanamiento fue puesto en valor por el propio Carregal en su discurso: «En las regatas se ve salir y llegar, pero no se conoce la batalla de los regatistas, vencedores y vencidos, que acaban siempre amigos al final». Recordó, tras la celebración de la décimo séptima edición de la cita deportiva, que este año congregó a casi medio centenar de embarcaciones llegadas de distintos puertos de la geografía gallega, que nació a causa del mal tiempo y se trasladó «a la ría más bella del mundo, la ría de Arousa», añadió el también presidente de honor y fundador del Club Náutico de Ribeira, que organiza la Regata Frinsa.
Entre los invitados, se dieron cita viejos amigos y nuevos hermanos para la familia de la vela, que echó en falta también alguna baja que por causas de fuerza mayor no pudo asistir a la merienda en la que se pudieron degustar los mejores productos de Frinsa.
Anécdotas
Inevitablemente, el tema de conversación protagonista fue la prueba náutica, con sus percances y anécdotas. «Fue una regata bonita, con buen viento, aunque al final algunas roladas y encalmadas hicieron algunas jugadas», resumió el presidente del Club Náutico de Ribeira, José Luís Torres Colomer, en su intervención bajo la carpa instalada en la zona portuaria ribeirense.
Explicó Carregal a sus invitados que el de este año fue un emplazamiento provisional y en las próximas citas se buscará un lugar idóneo para la recepción, que cada año reúne a la flor y nata de la vela. Entre ella, al presidente de la Federación Gallega de Vela, Manuel Villaverde, el Capitán Marítimo de Arousa, Manuel Martínez Calvo, y unas tripulaciones entregadas al mar.