El luchador que cambió el uniforme por la toga

María Xosé Blanco Giráldez
M. x. Blanco RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

cedida

Tras una trayectoria ascendente en el ejército, al pasar a la reserva inició su carrera como letrado

05 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Hoy solo los que tienen vocación responden a la llamada del ejército, conscientes de que se trata de una profesión que requiere importantes sacrificios. Pero, en el pasado, era una buena opción para quienes ansiaban un futuro mejor. Así lo vio Juan Jesús Blanco (Boiro, 1956). Con 14 años había empezado a trabajar como peón en el sector de la construcción, pero «el ladrillo era frío» y tratando de escapar de él se topó con la Marina. Decidió probar suerte y supo aprovechar todas las oportunidades que se fueron cruzando en su camino, hasta el punto de llegar a ser alférez de navío. No conforme con su brillante trayectoria militar, cuando pasó a la reserva aún tuvo fuerzas para ejercer como abogado, su profesión actual.

La historia de Juan Jesús Blanco es la de un luchador nato, una persona que, como él mismo reconoce, procedía de una familia humilde y, gracias al esfuerzo y al afán de superación, fue capaz de cambiar su destino. Todo comenzó con un anuncio de televisión: «La Marina te llama», repetían en la pequeña pantalla. Y el boirense decidió descolgar el teléfono. Con 16 años hizo la maleta para viajar hasta San Fernando de Cádiz y completar el período de formación inicial para ser militar. Reconoce que los comienzos no fueron precisamente fáciles: «De aquella aún se escapaba algún que otro guantazo. Además, éramos niños y nos metían en una garita con un arma, ordenándonos disparar después de dar el alto tres veces».

El despegue

Pero, lejos de amedrentarse, siguió por la senda elegida en Ferrol. Asegura que su paso por aquella escuela de máquinas de la Armada fue crucial: «Tenían un sistema de enseñanza muy bueno, que me sirvió para adquirir conocimientos básicos de física, química, matemáticas, lengua... Yo no era torpe y aproveché al máximo aquel año». Tanto que se fue de su querida Galicia con el título de cabo segundo para recorrer América en la fragata Andalucía. Durante la travesía consiguió su primera medalla al mérito naval por unos ejercicios en la base de Guantánamo.

Luego llegarían otras fragatas, otros viajes y los ascensos a cabo primero y a suboficial. Y siempre, la vuelta obligada al punto de partida. De hecho, en una las múltiples paradas en su Boiro natal, Juan Jesús Blanco contrajo matrimonio con una vecina de Abanqueiro. Formar una familia no le impidió seguir su lucha personal. Y eso que su residencia laboral cambiaba sin parar: un patrullero de la escolta real en Palma de Mallorca, el Ulla en Marín, el Olaya en Cádiz...

A comienzos de los 90, siendo ya sargento primero, el boirense se marcó el retó de entrar en la universidad. Y lo consiguió: «Me planteaba hacer un curso o dos de Derecho, familiarizarme con la materia». Pero se licenció: «Aprovechaba las guardias en la máquina, los viajes en bus y las travesías para estudiar». Y cuando en el 2005 pasó a la reserva en el marco de un proceso de renovación del ejército, con los galones de alférez de navío -grado equivalente a subteniente-, se colegió en Cádiz y, tras realizar un curso de prácticas, abrió su propio despacho.

Hoy recorre con su toga los tribunales militares de toda España: «Aunque también viene la gente de a pie, la mayor parte de mis clientes son militares». Una de sus cartas de presentación es haber logrado la readmisión en las Fuerzas Armadas de un número importante de personas. Aún así, deja claro que no cambió de bando: «Colaboro con la administración militar para que corrija aquella parte del derecho que no funciona, para que adecúe sus decisiones a la ley».

Balance positivo

Y es que, aunque está tremendamente satisfecho con su trayectoria como letrado -tiene un segundo despacho cerca de Chiclana- no olvida que fue la Armada la que le brindó la oportunidad de llegar a donde está. «En el ejército viví momentos muy emocionantes, cada ascenso con la presencia de mi familia y misiones inolvidables, como la de Bosnia, donde estuve como enlace de seguridad tras el accidente del Yak-42».

Echando la vista atrás, Juan Jesús Blanco asegura que apenas cambiaría pequeños fragmentos de algún capítulo de su historia. Eso sí, reconoce que le hubiera gustado emprender su trayectoria en el mundo del derecho una década antes.