Cosas que uno puede ahorrarse en Navidad

Emilio Sanmamed
Emilio Sanmamed LIJA Y TERCIOPELO

BARBANZA

15 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Uno en Navidad puede ahorrarse las prisas al contemplar el belén que siempre mira sin ver. Puede ahorrarse uno las heridas del alma esforzándose en que los más pequeños y los más mayores de la casa pasen un rato agradable. Uno puede ahorrarse el creer ser el centro de atención (esta me va a costar), mientras evita los arrebatos de sinceridad desatados por los efluvios del vino. Uno puede ahorrarse en Navidad el «por mis cojones», porque hay días en que, como en un transexual que se hormona demasiado tarde, los cojones están de más.

Uno en Navidad puede ahorrarse el cuñadismo, los afilados sarcasmos en la mesa contra un familiar, el «yo soy así y al que no le guste que se joda» y el mandar chistes de tetas por Whatsapp. En Navidad puede uno ahorrarse decir que odia la Navidad.

Uno en Navidad puede ahorrarse castigar la pituitaria, el mal humor, el hacer una lista de promesas que incumplirá y el decir «hasta el año que viene» el 31 de diciembre, de verdad, no es necesario. Ahórrese el ser como una erección de un ahorcado: que llega a deshora y para nadie.

Uno en Navidad puede ahorrarse al adulto, puede dejar salir al niño que fue, el que se ponía morado a mazapanes en casa de su abuela, el que abría los regalos con ilusión mientras imaginaba que la escarcha que cubría los coches eran lirios de nieve.

Usted jugaba con sus primos, ¿se acuerda? Usted fue feliz, acuérdese. Lleve consigo ese espíritu, ese niño que mantiene a raya a la oxidada amargura del mundo. Es jodido ser feliz pero es lo único que no debe ahorrarse uno en Navidad.