El primer documental que gana el Oso de Oro del Festival de Berlín

víctor rodríguez

BARBANZA

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La producción muestra la separación entre la vida de los lampedusanos y la de los inmigrantes

14 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

2016 • Italia, Francia • Gianfranco Rosi • Documental • Lo ha vuelto a hacer. Gianfranco Rosi pasó a la historia como el primer realizador en conseguir que le otorgaran el León de Oro a un documental en el del Festival de Venecia, después de setenta ediciones, con su anterior trabajo Sacro GRA (2013). Y tras 66 ediciones del Festival de Berlín, alcanzó el mismo hito con Fuego en el mar: el Oso de Oro recayó por primera vez en un filme que no es de ficción.

Tras un viaje a la India dirigió su primer documental, Boatman (1993), proyectado en festivales como Sundance, Locarno o Toronto; en el 2008, Below Sea Level ganó el Premio Horizontes en Venecia, entre otros galardones, y en el 2010 rodó El sicario, Habitación 164, Premio FIPRESCI en Venecia y Doc/It al mejor documental del año.

Si en Sacro GRA (Grande Raccordo Anulare), la autopista que circunvala Roma, deambula entre su hábitat de variopinta y estrambótica fauna, en Fuego en el mar enfrenta de forma sutil y áspera, con la pasión justa y la distancia necesaria, dos realidades que se rozan sin tocarse en Lampedusa: la de los habitantes de la isla -en especial la de un niño de doce años, hijo de pescadores, llamado Samuele-, y la de los miles de inmigrantes que desembarcan en sus veinte kilómetros cuadrados de superficie. El retrato de la isla es un elemento dominante en el documental, así como el centro de acogida y los desembarcos.

Metáfora

El elemento clave es la historia de Samuele. En su «ojo perezoso» hay una metáfora de la mirada que los occidentales tienen con los inmigrantes. No entra en ningún momento en contacto con ese mundo de desesperación que le pasa por el lado.

La isla de Lampedusa, en mitad del Mediterráneo a 113 km de África y 205 de Sicilia, es el punto más meridional de Italia. Se ha convertido en un lugar masivo de desembarco de inmigrantes ilegales procedentes de tierras africanas. En veinte años han intentado desembarcar en sus playas 400.000 inmigrantes; 15.000 se han ahogado durante la travesía para alcanzar lo que para muchos supone la vía de entrada a Europa, y que les debería permitir escapar de la guerra y el hambre.

«Nada puede parar a estas personas que escapan de la muerte. Parten a la posibilidad de una agonía que, en cambio, en su lugar de origen constituye una certeza», sentencia el director. Presidente del jurado en el Festival de Cannes que otorga el premio al mejor documental presentado este año, el suyo intentará llevarse para Italia el Oscar a la mejor película en lengua extranjera.