«Adagio» de Albinoni en el adiós de José Fajardo «Chicolino»

Ramón Ares Noal
X. Noal RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

CARMELA QUEIJEIRO

La familia cumplió el deseo del hostelero de que le gustaría que fuese enterrado con música de fondo

29 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El cuerpo de José Fajardo Mariño, Chicolino, recibió sepultura ayer por la tarde en el cementerio parroquial de San Cristovo de Abanqueiro en una concurrida ceremonia en la que sus hijos Juan José, Manuel, Arturo y Roberto, con la complicidad de su esposa y madre de estos, Concha Piñeiro, hicieron todo lo posible para despedir al patriarca como dejó dicho en vida: con música, la de la Banda Municipal de Boiro y del coro parroquial.

El templo y el recinto eclesial se quedaron pequeños para dar cabida a tanta gente, entre la que se pudo ver a los alcaldes de Boiro, Juan José Dieste; Ribeira, Manuel Ruiz, y Porto do Son, Luis Oujo; y al exmandatario de A Pobra Isaac Maceiras. La gran cantidad de vehículos incluso obligó a habilitar el campo de fútbol de A Charca como aparcamiento.

En un templo parroquial abarrotado se celebró el funeral en el que el coro, en el interior, y la la Banda Municipal de Música de Boiro, en el exterior, interpretaron el Ave María, y repitieron posteriormente con Negra sombra. Una vez finalizado el oficio, los camareros del restaurante pidieron trasladar a hombros el féretro del que fue su jefe en un silencio solamente roto por el Adagio de Albinoni que tocó la banda en el camino hasta el cementerio, donde los restos de José Fajardo fueron introducidos en el panteón familiar.

Fue una emotiva despedida fuera de lo común y ante numerosas personas llegadas de toda Galicia que testimoniaron a la familia su más profundo pesar.

Contando anécdotas

Durante las casi treinta horas que el cadáver de José Fajardo permaneció en el tanatorio de Boiro, centenares de personas pasaron por la instalación, muchas de ellas amigas, pero también clientes agradecidos, no en vano en su establecimiento vivieron el mejor día de su vida innumerables parejas, hoy matrimonios; incluso hijos de estas, y muchas otras que eligieron el local para su fiesta.

Algunos aprovecharon para contar experiencias simpáticas, bodas que llegó a preparar con una semana de antelación, por un error de fechas cuando José Fajardo llevaba la agenda en la cabeza, hasta la manida frase: «Non te preocupes, que non ides marchar con fame», todo un eslogan para un salón de bodas que todavía hoy en día mantiene aquella filosofía que lo hizo grande y que encierra una frase: «Non hai como o Chicolino para casar».

Como señala el dicho, detrás de un gran hombre hay siempre una gran mujer, y es justo señalar que en el éxito de José Fajardo tuvo el mismo mérito su esposa, Concha Piñeiro, que cuando él atendía los negocios ella se dedicaba a la compra y venta de almeja, y a cocinar.