«Mens sana in corpore sano»

Álvaro Sevilla Gómez
ÁLVARO SEVILLA RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

Salgueiro sostiene el libro «Matando el tiempo», del filósofo Paul K. Feyerabend, el cual también define su pelea contra el cronómetro.
Salgueiro sostiene el libro «Matando el tiempo», del filósofo Paul K. Feyerabend, el cual también define su pelea contra el cronómetro. m. creo< / span>

El profesor de filosofía Juan Salgueiro es campeón de España de natación

12 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

«No sé por qué a la gente le sorprende que un profesor de filosofía pueda hacer deporte de forma seria ¡Si Platón pasó a la historia por ser cachas!», asegura entre risas Juan Salgueiro (Vigo, 1965) cuando se le pregunta por las cuatro medallas y los otros tantos récords gallegos que logró hace unos días en el Campeonato de España de Natación Máster.

El olívico adoptado a principios de los noventa como vecino ribeirense rompe con la imagen de profesor y entra en ese apartado reservado únicamente para los maestros de filosofía. Una de las grandes frases que definió a la Grecia Clásica: Mens sana in corpore sano -mente sana en cuerpo sano- también funciona para definir su manera de vivir.

Salgueiro asegura que las dos vertientes tienen puntos en común. «El cerebro es un músculo y hay que ejercitarlo para que funcione correctamente, no hay otro camino. Hay que tener en cuenta que tanto en clase como en la piscina vas a contracorriente, siempre tienes que luchar contra el tiempo, contra el cronómetro. Delante de 30 chavales y en la piscina te tienes que mojar», confiesa entre risas mientras sigue enumerando una serie de comparaciones como si acabase de entrar en un brainstorming.

Morder medalla

Dos oros, uno en 400 estilos y otro en 200 mariposa, una plata en 200 braza y un bronce en 200 estilos fue el balance de su paso por las piscinas de Gijón. Las cuatro medallas estuvieron acompañadas de otros tantos récords gallegos, los cuales no se habían superado desde el siglo pasado.

Salgueiro confiesa que comenzó a entrenarse con el Natación Ribeira a principios de los noventa, aunque no compitió hasta hace tres años: «Comencé para mantenerme físicamente, no lo hice pensando en participar en el Campeonato de España».

Después de morder estos cuatro metales, tiene ganas de participar en el europeo que se disputará en mayo en Londres: «Coincide cuando los alumnos cierran el curso antes de marcharse a hacer selectividad y es complicado que pueda participar, aunque me veo preparado».

Como representación de su filosofía de vida escogió dos libros, Matando el tiempo de Paul K. Feyerabend y los Diálogos de Platón. Sobre el primero explica que «la vida es una lucha contra el tiempo, es uno de los elementos fundamentales de la filosofía y también se puede aplicar al deporte». Sobre Platón asegura que es el primer paso para «acabar con una época que fomenta la pasividad, tanto a nivel físico como mental. Es necesario aprender que esa obsesión con el ya, con tenerlo todo al momento, no funciona. Si quieres conseguir éxitos deportivos tienes que trabajar y entrenar. Si quieres tener éxitos académicos, tienes que estudiar».

Hay esperanza

Salgueiro lleva más de veinte años dando clase y cree que todavía queda esperanza con los más jóvenes: «Los chavales no están tan bien como queremos, pero tampoco están tan mal como nos quieren hacer creer». Asegura que la sociedad se ha hecho más protectora y a veces «lo importante para aprender es darte una hostia, equivocarte».

Desde su posición intenta revolucionar la concepción del mundo con el que se sientan en un pupitre: «Lo importante es que vean más opciones, que a veces las ideas distintas a la tuya no son peores. Hay que ser tolerantes a la diferencia». Como en la caverna del musculoso Platón, solo vemos imágenes, representaciones de la realidad. Conociéndolo seremos más tolerantes.

Una mañana en clase de filosofía del Número Un: A la meta se llega rompiendo las reglas

«Hoy tendremos compañía, este chaval ha venido para aprender a dar clase», comenta Salgueiro a sus alumnos de bachiller mientras guiña un ojo. Se crea algo de revuelo en el aula aunque, antes de comenzar, el maestro calma los ánimos con un gesto. Toca resolver problemas de lógica, ciencia madre de la matemática, de la física, de la informática y prácticamente del mundo tal y como lo conocemos actualmente.

«¿Dónde habíamos quedado?», pregunta antes de lanzarse a escribir en el encerado: «Vamos, ¿quién puede resolverlo?». Nadie pestañea y las miradas tímidas de todos los chavales se cruzan entre sí. «¡Vamos! ¿Qué os pasa hoy? Ya habéis salido en otras ocasiones», reclama el maestro ante un público lleno de dudas. Uno de los jóvenes levanta la mano y coge el testigo de su mentor.

Salgueiro lo guía y puntualiza varios aspectos antes de que el chaval encuentre la respuesta definitiva. Mientras lo hace, intenta que el resto no pierda el interés en el encerado y zigzaguea entre las mesas a la vez que explica las modificaciones que ha realizado. «Siempre intentas romper con lo coloquial para atraparlos, tienes que jugar con las reglas para que se mantengan enfocados», asegura antes de clase.

El maestro reconoce su rigidez con las normas aunque, acompañado de su chaqueta de cuero parece extraño. Salgueiro está más cerca de Led Zeppelin que de una americana con coderas.