La batalla de Ramón y Dolores por la diálisis terminó con victoria

Álvaro Sevilla Gómez
Álvaro Sevilla RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

Consuelo Oujo, Ramón Puga y Dolores Blanco, en las puertas del centro sanitario barbanzano.
Consuelo Oujo, Ramón Puga y Dolores Blanco, en las puertas del centro sanitario barbanzano. Marcos creo< / span>

Los pacientes que estaban obligados a acudir al Clínico comenzaron ayer a recibir el servicio en el centro de Oleiros

24 jun 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La batalla de Ramón Puga y Dolores Blanco ha llegado a su fin. Ayer Dolores recibió la primera sesión de diálisis en el hospital de Barbanza, por lo que no tuvo que volver a coger un taxi hasta el Clínico de Santiago, donde llevaba cerca de dos semanas recibiendo el tratamiento. La falta de personal sanitario en el centro barbanzano obligaba al matrimonio a desplazarse tres días a la semana hasta la capital gallega, con el gran gasto que esto les causaba.

Su marido, Ramón Puga, se mostraba muy feliz: «Xa non temos que coller o taxi e ir ata Santiago, así é unha marabilla. Estamos moi contentos con este cambio, dende a operación o noso día a día estaba sendo un inferno». A sus 81 años no se veía capacitado para coger el coche e ir hasta el hospital Clínico, por lo que tenían que llamar a un taxista que los llevase. Dolores tiene que acudir a hacer diálisis tres días a la semana, por lo que la suma de los viajes cada siete días rondaba los 400 euros, una cifra que para los dos jubilados era inasumible.

Refuerzos necesarios

De los cinco barbanzanos que realizaban diálisis en Santiago, cuatro comenzaron ayer a recibir el tratamiento en el hospital barbanzano. Además de Dolores, Consuelo Oujo es otra de las beneficiadas del aumento de personal en el complejo de Oleiros y ya no necesita desplazarse al Clínico. Su hija, Juana María Dios, aseguró que el cambio es «gloria bendita. Pensábamos que tendríamos que estar yendo a Santiago todo el verano, el cambio nos ayuda muchísimo».

Su madre llevaba dos semanas acudiendo al centro santiagués y se muestra muy agradecida al hospital de Barbanza: «Me veía dejando de trabajar para poder acompañarla». Asegura que solucionaron este problema y que incluso les comentaron que existía la posibilidad de que una ambulancia pasase a buscar a los enfermos por su casa. Juana María Dios asegura que «no me importa que no puedan venir a buscarla, lo importante es que ya le dan el tratamiento aquí y eso hace que todo sea más fácil».

Ramón Puga asegura que este infierno ya se ha terminado. Aunque a Dolores y a él todavía les queda mucho que pelear, ayer ganaron la primera batalla. Confirma que su mujer está «moito mellor, pouco a pouco vaise recuperando e este cambio axúdalle moito para estar moito máis descansada». Tras la diálisis Ramón tenía que hacer la comida, y ayer les supo mejor que nunca.