El Camino hace de Mazaricos una gran torre de Babel

X.R. ALvItE MAZARICOS / CORRESPONSAL

BARBANZA

ALVITE

Más de 8.000 peregrinos pasaron por el término y disfrutaron de su paisaje desde que comenzó el verano

02 sep 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Hasta hace unos años, ver a un coreano, a un danés, a un sueco o a un australiano preguntando por un sitio para comer, buscando un taxi o, simplemente, sacándose una foto al pie del cruceiro de Santa Mariña, en Mazaricos, era poco menos que imposible. Ahora se ha convertido en el pan nuestro de cada día. La promoción que durante los últimos años se ha venido realizando de la prolongación del camino de Santiago hasta Fisterra atrae a un mayor número de peregrinos llegados desde los puntos más dispares del mundo. De hecho, en cada nuevo ejercicio, sea o no año Xacobeo, se bate el número de viandantes registrado el anterior.

En el 2013 fueron, según los datos del albergue público de Fisterra, más de 20.000 los que hicieron la prolongación desde la capital de Galicia hasta el «fin del mundo». Este año se espera que la cifra quede pulverizada ya que solo durante los meses de julio y agosto esta hospedería entregó más de 8.000 fisterranas, el documento que acredita haber completado la ruta. Hasta el comienzo del verano fueron otras 9.500 las personas que la solicitaron. Todas ellas pasaron por Mazaricos procedentes, en su mayor parte, de países europeos aunque también se nota un incremento importante de americanos y asiáticos.

Ayer, sin ir más lejos, llegaban a Santa Mariña -punto de entrada del camino en la comarca tras dejar Negreira- Kayla Smith y Kang Yoon, australiana y coreano, respectivamente, que caminan juntos desde Triacastela. «Mi hermana hizo el camino el año pasado y regresó enamorada del paisaje y la gente. Me animó y la verdad es que está siendo una experiencia irrepetible», comenta en un fluido español esta rubia oceánica.

Foto de rigor

El oriental, según reconoce entre risas su extrovertida acompañante, solo sabe decir «hola, gracias, Santiago y pulpo». Tras la foto de rigor junto al cruceiro emprenden camino a Olveiroa, ya en Dumbría, donde tenían previsto hacer noche. Ellos van detrás de un grupo en el que, según una vecina, «vai unha arxentina moi faladora e dous de Salamanca que fixeron o camiño catro veces cada un. Por aquí venche xente de medio mundo, e a maioría é moi educada e aberta».

Las palabras de esta vecina las corrobora el responsable de uno de los establecimientos hosteleros que han ido floreciendo al pie del camino y que ve en la ruta una oportunidad económica más que interesante. «Os alemáns, franceses e italianos seguen sendo maioría aínda que cada vez hai máis chinos, xaponeses e coreanos. Antes viñan tres ou catro orientais cada semana pero agora pasan grupos de ata quince ou vinte persoas, sobre todo xente moi nova. Despois podes atoparte dende un canadense ata un serbio, un ruso ou mesmo un de Grecia. Un montón de xente que, en maior ou menor medida, gastan diñeiro e que poden supoñer a salvación para moitas aldeas que, do contrario, estaban condenadas a desaparecer».